Miedos a lo desconocido

Rafael Lutzardo (*)

Los miedos son sensaciones invisibles que sentimos todos los seres humanos en momentos determinados de nuestras vidas. Muchas personas decimos y pensamos que no tenemos miedo a la muerte, pero la realidad es bien distinta, pues nadie queremos morir. Los miedos son variados y múltiples, donde cada uno de ellos tiene su estado emocional, dependiendo del escenario donde ocurre un determinado problema.

El miedo está catalogado como la reacción que se produce ante una sensación de peligro, amenaza o riesgo inminente, real o imaginario. Sin duda es una parte reaccionaria aplicada por la propia naturaleza desde el momento que todo ser vivo nace. Lo cierto es, que todos nosotros llevamos en nuestros pensamientos ese 'chic'  del miedo que en muchas ocasiones nos condiciona para tomar decisiones importantes.

Yo, tengo miedo. Miedo a morirme y miedo a muchas cosas más. Sin embargo, debemos de seguir viviendo y luchando, pues sería imposible vivir todos los días de nuestras vidas con el miedo constante en nuestras formas y maneras de vivir. ¿Debemos de estar preparados para superar los miedos? Por supuesto. Para ello hay profesionales de la psicología y psiquiatría y herramientas científicas que ayudan a mitigar esas reacciones y sensaciones de los miedos. Reconozco que en muchas ocasiones los miedos me invaden, pero dependiendo la causa de la naturaleza donde sucedan los acontecimientos, intento superarlos.

Otra manera de fortalecer nuestros miedos es tener fe en algo que esté por encima de la humanidad. Es decir, de un Dios universal. Creencias bíblicas que cada ser humano es libre de elegir lo que quiera, pero que en muchos momentos de nuestras vidas, sobre todo cuando tenemos dificultades, nos refugiados con la palabra del Dios Todo Poderoso.

Yo, he visto la guadaña de la muerte en varias ocasiones a lo largo de mi vida. He sentido el miedo muy dentro de mi, especialmente cuando te vez solo por la noche en una habitación de un hospital; al lado otro paciente con síntomas de despedida de este mundo, mientras que yo reclamaba en aquellos momentos el apoyo y calor de un familiar o de un amigo/a que cogiera mi mano. Era para mí una forma de morir tranquila y sin miedo.

De  momento, gracias a la vida, mi familia, amigos, sanitarios y tratamientos medicinales, sigo vivo en este planeta tierra. Seguramente, y cuando llegue mi momento de dejar este mundo, los miedos sigan estado ahí, salvo que me seden y no me de cuenta de nada. Lo importante es saber respetar los miedos y controlar nuestras sensaciones, respirando profundamente y soltar el aire poco a poco.

En definitivas, termino escribiendo que hay que saber vivir con los miedos, pero sin mirar hacia atrás. La vida requiere también de valor, pero de una manera pausada, pensada y sabiendo en todo momento cual es el alcance de cada problema o de cada solución positiva. No podemos olvidar que los cementerios están llenos de héroes, pero también de cobardes.

(*) Escritor y periodista