Demencia senil. Una enfermedad imposible? VII

Lic. Horacio Serfilippo (*) Está muy claro que personas así jamás podrían hacerse cargo de cuidar una persona con demencia senil. Estas son las cosas que debemos tener en cuenta al momento de saber si una familiar se va a hacer cargo de un ser querido.

Si bien, cuando se está en el cuidado de personas mayores, con enfermedades neurodegenerativas, se debe controlar una cierta disociación emocional para no detonar al poco tiempo, considero que uno no debe superar ciertos límites, pues la resultante sería una falta de afecto hacia el anciano. Daría lo mismo que esté entonces en una residencia geriátrica.

Otro aspecto a tener en cuenta son los pensamientos, las cogniciones. Aquí deseo asociarlo al lenguaje, ya que está todo íntimamente relacionado.

Los pensamientos están absolutamente alterados por la enfermedad. Verán que la persona verbaliza cosas que algunas veces, tal vez la mayoría, no tienen coherencia. Sucede que sus pensamientos están mayormente ligados al pasado, pero además son fragmentos de lo vivenciado. Esto incluye situaciones, personas, lugares, eventos. Podrá nombrar a una persona que no está presente, tal vez hasta este fallecida, pero como son retazos de su historia vivida, no tendran conexión con nada. Las palabras, el lenguaje, va dejando de ser paulatinamente un medio fiel de comunicación.

En estos casos uno debe alternar. Por momentos hablarle normalmente y en otras situaciones utilizar las palabras que la persona entienda. Esas palabras no siempre van a tener el sentido que usariamos normalmente, pero si su uso resulta eficaz para comunicarnos con la persona, hay que usarlo. Les doy un ejemplo. Cuando se le da de comer en la boca a una persona, lo normal sería decirle “abrí la boca que te doy comida“, pero puede que esto no funcione. Pero si decirle, acercandole la cuchara con comida a la boca, “a ver, te voy a limpiar“, funciona, hay que usarla. Es más importante que se alimente. Y cuantas más frases funcionales encuentren, más fácil se les hará el cuidado.

Lo prioritario es que puedan comunicarse lo más adecuadamente posible para conseguir llevar adelante los cuidados necesarios.

A medida que va avanzando la enfermedad los pensamientos se van distorsionando, haciendo que la comunicación sea muy conflictiva, pues si no nos damos cuenta, podemos caer en el error de creer lo que nos dice. Por eso deben siempre saber discernir entre una expresión que describe una emoción primitiva, por ejemplo “me duele el brazo (tiene una herida en el brazo)“ por ende podemos dar por real ese pensamiento, de una expresión producto de su enfermedad, por ejemplo “a donde fue mamá?”. Preguntar por los padres es la expresión típica que escucharan, por lo cual no deben sorprenderse. Si su memoria y el orden de su pensamiento estuvieran intactos no haría esa pregunta.

Por ahi pueden escuchar que la persona verbalice alguna palabra que expresa un pensamiento, por ejemplo pedir perdón. Muchas veces verán que estas expresiones son coherentes con algo que sucedió inmediatamente antes. Bueno, eso sucede por que su mente no siempre está confundida como esperaríamos, hay momentos en que pueden estar lúcidos. Posiblemente eso dure solo un mínimo lapso de tiempo, pero más que servirle al enfermo, le debe servir a quien lo cuida como medio emocional, para lograr una mayor cercanía afectiva.

Quien debe tener más cuidado con las cogniciones es el cuidador, pues cuando se cuida a alguien con quien se tiene una cercanía afectiva, se tiende a tener pensamientos negativos, como ser el considerarse culpable, que no hace nada bien, o hasta pensar que estaría mejor cuidada la persona en una residencia para mayores.

Este tipo de pensamientos deben ser revisados y reflexionados adecuadamente y en frío, o sea racionalmente. Negarlos es dejar que los mismos vayan progresando hasta el punto de instalarse en nuestra mente como si fueran parte nuestra.

Hay una cuestión, es inevitable tener pensamientos negativos. Esto es mejor que se tenga como una certeza, por que va a suceder. Es simple, todos tenemos esa clase de pensamientos sin necesidad de estar cuidando una persona. Un cuidador, más aún. Por eso cuando estos surgen, lo mejor es buscar la manera de convertirlos en algo positivo. Si se culpabilizan por haber hecho algo mal, piensen siempre que peor estaria el anciano si viviera en una residencia rodeado de gente desconocida y no familiar.

Si logran aceptar que se van a equivocar, y que pretender ponerse estándares altos de rendimiento es imposible, van a pasarla mucho mejor. Aqui lo bueno es que, si reconocen sus errores, podrán corregirlos a futuro. Cuando quieran darse cuenta verán que la mayoría de los pensamientos negativos, en lo que tiene que ver al cuidado, habrán disminuido lo suficiente como para ya no molestar.

Hay otro aspecto de los pensamientos que van a aparecer, y que tienen que ver con cuestiones más personales del cuidador, y que no tienen que ver con el cuidado, pero si son producto de este. Me refiero a la vida privada del cuidador, y como debera resignar en muchas ocasiones actividades que desee hacer, por que el tiempo no le alcanza, o por ahí se encuentra muy cansado. Una opción es conseguir que alguien lo ayude, aunque sea una hora por dia. La otra opción es buscar sacarle el mejor partido al tiempo que quede libre, sea a la noche cuando acuestan al anciano, sea a la tarde cuando la siesta. Lo que no debe suceder es permitir que esos pensamientos se vuelvan parasitarios. Les doy un ejemplo de pensamientos negativos. “Otros son más felices que yo”. Esta clase de cogniciones son típicas del cuidador, pues llegará a verse como una pobre persona en una posición calamitosa. La pregunta que debe hacerse es si ha hecho algo para modificar la situacion por que, crease o no, es modificable. Todo cuidado puede ser perfectible, solo se debe poner empeño y organizarse cada vez un poco más y buscando la mayor eficacia en menor tiempo. Seguimos en la próxima. Ante cualquier comentario o consulta, mi correo es Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

(*) Psicólogo y articulista