Francia en el origen del conflicto argelino-marroquí

Jorge ‘Mencey Macro’ Dorta (*)

Argelia y Marruecos son enemigos íntimos. A pesar de compartir cultura, religión, lengua y etnias, han mantenido un conflicto de baja intensidad desde sus respectivas independencias. Un conflicto de baja intensidad que se ha visto salpicado con episodios de alta intensidad como la guerra de las arenas de 1963 o con guerras proxy como el conflicto saharaui. 

Algunos nostálgicos de la guerra fría y la política de bloques creen que la rivalidad argelino-marroquí viene de la Guerra Fría, ya que Argelia se había alineado con el bloque soviético mientras que Marruecos lo hacia con Estados Unidos.

Y es que las relaciones entre Marruecos y USA siempre fueron buenas. Históricamente Marruecos fue el primer país en reconocer la independencia de Estados Unidos cuando George Washington lideraba esa nación y nadie quería acercársele por temor al imperio británico. También fue el primer país en firmar un tratado de comercio con EEUU, en los días en que nadie quería hacerlo para no incomodar a Inglaterra. Por todo esto, Marruecos ha sido un socio preferencial en las relaciones comerciales con USA. 

Pero las tensiones entre Argelia y Marruecos no las creó la guerra fría sino los franceses, o mejor dicho, la colonización y la descolonización francesa.  Pero antes de entrar en esa materia tenemos que explicar que las fronteras en el norte de Africa no han sido como las fronteras en Europa que están perfectamente delimitadas. Para los europeos un estado era una unidad política delimitada territorialmente por unas fronteras. Esta concepción del Estado era totalmente ajena a los norteafricanos. Para ellos, el estado estaba compuesto de contratos humanos, de acuerdos entre el Sultán y sus funcionarios por un lado y las tribus por otro.

Esta concepción del Estado hace que las fronteras precoloniales en gran parte del norte de Africa en lugar de ser una linea sean un gradiente, es decir, que la autoridad central del Estado se va diluyendo poco a poco hasta que desaparece. Así hay zonas en las que el control del Estado es fuerte y total, denominadas tradicionalmente Bled el-Makhzen, y zonas en las que que no llega el aparato burocrático ni militar del Estado y el control por parte de la autoridad central es más bien nominal y simplemente hay una relación de vasallaje de las confederaciones de tribus locales más que otra cosa (Bled es-Siba).

Esto hace que las fronteras no sean férreas y claras sino más bien flexibles y moldeables. Al fin y al cabo quien iba a pelear por el control de un trozo de desierto pedregoso e inútil. Además, el Sultán de Marruecos no estaba interesado en delimitar la frontera sahariana con Francia, ya que esto podía ser percibido por el pueblo como que el Sultán estaba haciendo concesiones a los infieles cristianos y podía provocar una revuelta contra el Sultán. Por otro parte el no establecimiento de fronteras también favorecía a Francia, la potencia colonizadora. Si algo no está delimitado tampoco están delimitados los derechos y se mantiene a la zona en una especie de limbo ajeno a la legalidad internacional. Eso es lo que hizo Francia con sus territorios norteafricanos y la frontera marroquí argelina mientras le interesó (y eso es lo que hace España actualmente con las fronteras marítimas en Canarias).

Los territorios controlados históricamente por Marruecos fueron bastante extensos e incluían una buena parte de los territorios que hoy componen Argelia. En 1830 Francia comienza la invasión de este último país tomando ciudades costeras como Argel, Oran o Bona. Hacia el este Marruecos permanece independiente durante todo el siglo XIX y hasta 1912, en parte por el interés británico de mantener a raya el expansionismo francés y no permitir el control francés del estrecho de Gibraltar. 

En 1857 Francia derrota finalmente la resistencia de las tribus kabilias de Argelia en las montañas del Djurdjura y hacia 1875 ya controlaba casi todo el territorio mediterráneo argelino, es decir las montañas y los valles fértiles del norte hasta el Atlas, mientras que hacia al sur se expandía un desierto aún sin conquistar. Hacia allí puso Francia sus ambiciones, entre otras razones para controlar las rutas de comercio transaharianas.

En ese empuje y penetración hacia el desierto Francia, durante la década de 1890, se anexionará las regiones de Touat, Goudara y Tidiket, en el suroeste de lo que hoy es Argelia. Pero desde hacía siglos esa zona era parte de del Bled es-Siba marroquí, es decir regiones nominalmente bajo la soberanía del Sultán de Marruecos pero a cuyas tierras el aparato burocrático y militar del Sultán no llegaba y por tanto no estaban controladas directamente por el gobierno central de Marruecos. La ocupación y sometimiento de las regiones de Touat, Goudara y Tidiket no fue pacifico, encontró resistencia entre las tribus Aït Khabbash, parte de la confederación bereber Aït Atta, pero el conflicto terminó en el año 1901 con la anexión de dichas regiones a la Argelia francesa.

La importancia de esta región es que es una cadena de pequeños oasis a lo largo de unos 200 kilómetros que van de norte a sur y eran parte de las rutas de caravanas transaharianas. Además el control de dichos oasis, y por tanto de la ruta, daban capacidades logísticas al ejercito francés para la penetración hacia el sur, adentrándose en desierto del Sáhara para poder alcanzar los montes Ahaggar, cosa que hicieron en 1902 derrotando a los tuareg del Kel Ahaggar, cerca de Tamanrasset, en la batalla de Tit.

Pero los franceses, no contentos con esto, se anexionaron Bechar en 1903 y todo el valle de Saoura y la región de Tinduf en la década de 1930. Esta vasta región comprende lo que hoy son las provincias argelinas de Tinduf, Adrar y Béchar, y hasta ese momento habían sido parte de Marruecos. 

Todos estos territorios anexionados a Argelia en detrimento de Marruecos no solo eran estratégicamente importantes por el control de las rutas transaharianas de las caravanas, sino que además tenían importantes reservas minerales  - como las minas de Gara Djebilet, el mayor deposito de mineral de hierro del mundo - e hidrocarburos.

Los franceses pensaron; mira, Marruecos es un protectorado francés desde 1912, y como es un protectorado algún día tendremos que abandonarlo. Por el contrario Argelia es parte de Francia - ya que ha sido anexionada como colonia, como provincia francesa - así que si te parece esta zona rica en recursos minerales e hidrocarburos se la quitamos a Marruecos y la anexionamos a Argelia y así nos la quedamos y no la devolvemos.

Posteriormente, durante la guerra de independencia argelina (1954-1962) y en un intento por reducir el apoyo que el Movimiento de Liberación de Argelia recibía de un Marruecos que se había independizado en 1956, Francia ofreció devolver esas zonas a cambio de poner fin a dicho apoyo. El rey Mohammed V se negó a hacer un trato con Francia a espaldas de los «hermanos de Argelia», y acordó con el gobierno argelino provisional que, una vez que Argelia obtuviera su independencia, habría de renegociarse la situación de las zonas de Tinduf y Béchar.

Tras la independencia de Argelia y la retirada de los franceses, Marruecos no reconocería las fronteras bilaterales decididas por Francia en el desierto. Por su parte Argelia, cuando se independizó, se olvidó también de dichas promesas y cuando Marruecos le dijo, oye que teníamos un trato Argelia respondió en plan no se de que me estás hablando. Finalmente en 1963  estalló la llamada Guerra de las Arenas entre Marruecos y Argelia, en la que Marruecos trató de recuperar infructuosamente las provincias de Béchar y Tinduf a pesar de haberse alzado con la victoria militar.

Y es que en las guerras no se trata solo de cañones y tanques - curiosamente el año anterior al estallido de la Guerra de las arenas, Marruecos había regalado a Argelia cuatro vehículos blindados AMX - y es que la diplomacia y las relaciones internacionales también juegan un papel en este tipo de conflictos.

Sin embargo, la década posterior al conflicto de las arenas fue de una cierta distensión entre ambos vecinos, a pesar de la carrera de armamentos que habían iniciado y de que por entonces ya habían adoptado trayectorias antagónicas en sus respectivas relaciones internacionales. Marruecos se inclinó hacia el bando occidental, mientras que Argelia osciló hacia el bloque soviético.

Posteriormente, en 1975 el enfrentamiento entre Marruecos y Argelia vuelve a producirse pero esta  vez de forma indirecta mediante el apoyo argelino al Frente Polisario en el conflicto saharaui tras el abandono del Sáhara Occidental por parte de España.

En un ingenuo error de cálculo, Marruecos había reconocido las fronteras bilaterales con Argelia entre 1969 y 1972 —si bien no llegó a ratificar los acuerdos de Ifrán y Rabat— esperando que la Argelia de Bumedián le concediera su respaldo ante lo que se había convertido en el objetivo prioritario del reino alauí: la anexión del Sáhara español. Y es que hasta ese momento Marruecos estaba completamente rodeado de bases españolas. Al norte Ceuta y Melilla y las bases españolas tras el estrecho. Al oeste Canarias y al sur el Sahara español.

Este área de lo que fue el Sahara Occidental español, al igual que otros territorios, pertenecía al Bled es-Siba, es decir a los territorios que reconocían nominalmente al Sultán de Marruecos, pero la explicación de eso lo dejamos para otro artículo.

A pesar de que en un primer momento Argelia no presentó objeción, este país acabaría optando por convertirse en el principal valedor del Frente Polisario, fundado en 1973 y que tres años después proclamó la República Árabe Saharaui Democrática (RASD).

De este modo, tras la Marcha Verde en el Sáhara Occidental,  iba a estallar una nueva guerra en la que se implicarían de nuevo ambos vecinos. Argelia se convirtió en el principal suministrador de armamento —junto con Libia— y refugio del Polisario, que tenía en la región de Tinduf,  anexada a Argelia por los franceses, su base de operaciones.

En la posición argelina influyeron dos factores, la política de bloques y sus propias necesidades internas. Argelia buscaba una salida al Atlántico por El Aaiun, que le permitirá exportar el mineral de hierro de las minas de Gara Djebilet cerca de Tinduf a través de la construcción de un ferrocarril, y militarmente, al bloque soviético, tener una base en el Atlántico medio.

Evidentemente, desde la óptica marroquí, un Sahara Occidental semi independiente (durante mucho tiempo será una especie de protectorado argelino y español-francés) es intolerable. Por una parte permite que caiga dentro de la órbita de Argelia otro pedazo de los territorios tradicionales marroquíes del Bled es-Siba, permite que Argelia, o la influencia argelina la rodee. Que Argelia explote los yacimientos minerales de Gara Djebilet, rompiendo los equilibrios de poder. 

Por otra parte permitiría que España - que financia tradicionalmente al Polisario y le da base logística en Canarias - vuelva a rodearla también ya que la influencia de España, económica y políticamente, en un Sáhara independiente será algo más que notable. Esto a su vez debilitaría a Marruecos respecto a sus negociaciones con la UE, de la que depende en gran medida las exportaciones agrícolas del país alauita.

Al final con el tema del Sáhara y el Polisario se ha hecho en el siglo XX y XXI lo mismo que hicieron los franceses con la frontera Argelino-Marroquí en el siglo XIX, mantenerla (al igual que con las delimitación de las aguas canarias) en un limbo jurídico al margen del derecho internacional para ver que tajada pueden sacar y para poder tener un as en la manga y una carta de presión eternizando el conflicto y nunca dándole una solución definitiva. Porque aunque los europeos - excepto España - hayan salido ya del norte de Africa, siguen estando a ver que pillan como los buitres.

(*) Articulista y economista soberanista