Carlos Alonso se pone a desarrollar el futuro de la isla en restaurantes de postín a costilla de todos los ciudadanos

El presidente del Cabildo riega sus ideas y las de sus ‘amigos’ con el mejor vino

EDDC.NET / Santa Cruz de Tenerife

Hoy toca hablar de Carlos Alonso (CC). Cada vez que uno lo ve, tendemos a pensar, muchacho, este nota parece ‘bobo’ (expresión canaria cariñosa, pero sin ánimo ‘injuriandi’), pero tiene el pelo chachi y aunque siempre está tenso, uno cree que con tanta responsabilidad y tanto trabajo, pues se le perdona el gesto y las actitudes.

El presidente del Cabildo de Tenerife y candidato de CC en estas elecciones que se celebran mañana mismo, domingo 26 de mayo, se ha presentado desde que el Abuelo de Tenerife lo dejó en la silla presidencial insular, como una persona sobria, austera, un frío funcionario, eficaz, íntegro y toda esa parafernalia que él mismo vende y le venden tanto su gabinete de Propaganda como los aliados mediáticos, casi todos, que le mandan loas e incienso todos los días y a todas horas, previo acuerdo inicial y luego pase por caja.

Pero nada que ver. Carlos Alonso al igual que algunos políticos, le gusta ir a comer a buenos restaurantes con amigos, generalmente empresarios, no piensen que lo va a hacer con vecinos o gente con problemas, vamos, la peña que todos los días sale a trabajar o a buscar trabajo, estos segundos los más, y que sean los tinerfeños los que le paguen las comilonas, no vayan a pensar que nuestro presidente se va a ir a comer a casa de La Manchada en Santa Úrsula, por escoger un sitio típico y barato, sino que escoge buenos restaurantes, donde se puede estar cómodamente y disfrutar de la vida y como dice uno, si te lo pagan los demás, ni protestes, ni te pongas mimoso.

Vamos con Carlos Alonso a resolver los problemas de Tenerife. Pero no en el despacho o en el Cabildo, donde solamente hay agua embotellada y las galletas que servía en su día un triste pero embostado secretario de la corporación. Lo hacemos en uno de los mejores restaurantes del Sur de La Isla. Allí nos reunimos con cinco empresarios del sector turístico para “mejora de las relaciones con representantes de otras instituciones y sectores económicos. Encuentros en los que se estrechan lazos de cooperación entre los distintos existentes, se abordan proyectos y temas de interés común para la promoción cultural, turística, económica, laboral y el desarrollo general de la Isla”.

Toma ya. Chiquito título para un almuerzo. Cinco empresarios y el presidente para tan magna tarea. Bueno sería que alguien hubiese grabado dicho almuerzo. Pero como no sabemos que se dijo o que se arregló, nos queda el precio de este almuerzo, pagado con tarjeta de crédito: 287,82 euros. Mi cabeza, tremenda embostada. Solamente un detalle de la comida, los comensales pidieron entrecot simmental, menudo nombre. ¿Saben cuanto costó cada entrecot? 88 euros la pieza, 136 euros. Una pasada. Creemos que en Tenerife pocos pueden mandarse ese entrecot, por lo menos el 40% de la población, que ni en sueños podría tener acceso a ese manjar a lo largo de su vida.

Cena de trabajo en Santa Cruz. El mismo motivo que pusimos en el anterior. Con tres comensales, empresarios. 118, 75 euros. No hay problema. Otra cena de trabajo en el mismo restaurante y con cuatro personas. Esta vez el clavo fueron 177,75 euros. Y la misma justificación.

Yo de mayor quiero ser presidente del Cabildo y arreglar los problemas de mi isla y mi gente de esta manera, bien sentado, bien almorzado y cenado y que además la cuenta me la pague el pueblo. Viva Tenerife y viva CC, a comer bien, pero solamente unos pocos. Que bueno ser político y sobradamente preparado. Mándame un entrecot por fa, que estoy necesitado.