Santa Cruz dedica una calle al doctor Ricardo Castelo, promotor de la salud comunitaria

El médico, farmacéutico y bacteriólogo promovió las vacunaciones de la población

EDDC.NET / Santa Cruz de Tenerife

La vía trasera de la Plaza de Toros de Santa Cruz lleva desde ayer el nombre de “Doctor Ricardo Castelo Gómez”, en reconocimiento a su incansable labor a favor de la promoción de la salud comunitaria y las vacunaciones de la población chicharrera durante la primera mitad del siglo XX.

El alcalde de la capital tinerfeña, José Manuel Bermúdez, junto a los descendientes del homenajeado, descubrieron la placa conmemorativa con la que se perpetúa en Santa Cruz la memoria del prestigioso médico, farmacéutico y bacteriólogo, fallecido en 1941. Al acto asistieron también miembros de la Corporación municipal, familiares del doctor y representantes de las organizaciones colegiales médica y farmacéutica de Santa Cruz de Tenerife, entre otros.

Durante su intervención, Bermúdez subrayó que la denominación de una calle del municipio con el nombre del doctor no solo supone el cumplimiento al acuerdo adoptado por el Pleno del Ayuntamiento en febrero de este año, sino que “sobre todo, hace justicia con uno de sus grandes hombres”.

El alcalde  se mostró honrado de  “de contribuir a preservar la memoria del doctor Castelo en una ciudad a la que quisto con tanta pasión como admiración levantó siempre entre los chicharreros, en particular, y entre todos los tinerfeños, en general”.

“Porque su labor como médico, farmacéutico, bacteriólogo o divulgador científico; en definitiva, como hombre de ciencia, solo tuvo parangón en una actitud vital ejemplar”, dijo el acalde. 

En este sentido, subrayó que Castelo dedicó su vida a “ayudar a los demás, de manera altruista y desinteresada, en una materia tan sensible como la salud; y también en su apasionada y académica defensa de la profesión, frente a quienes desde la ignorancia o, peor, desde la mala fe alentaban prácticas contrarias a los más elementales normas médicas e, incluso, higiénicas”.

El alcalde recordó que el doctor fue condecorado en su momento, a petición del Ayuntamiento, con la Gran Cruz de Beneficencia, un hecho de especial relevancia, no en vano “el destino de la ciudad y el suyo propio quedaron entonces unidos para siempre bajo un honor altísimo”.

“De todos es conocido que la medalla que cierra el escudo de la ciudad en su parte inferior es la Medalla de la Cruz de Primera Clase de Beneficencia, condecoración otorgada en 1893 por la reina regente María Cristina para agradecer la solidaridad mostrada por los santacruceros durante la terrible epidemia de cólera de aquel año. Por este hecho la ciudad recibió también el título oficial de ‘Muy Benéfica".

En cualquier caso, el alcalde aseguró que “a pesar de aquella distinción, sobradamente justificada, nos quedaba la asignatura pendiente de perpetuar su memoria en el espacio público; en las calles que tanto recorrió y en las que tanto cariño sembró. Por eso hoy, al descubrir esta placa –continuó- estamos descubriendo en realidad el corazón de un gran hombre, que contribuyó como pocos a mejorar la salud de los chicharreros y de la propia ciudad.

Por parte del homenajeado tomaron la palabra sus nietos Ricardo y Rafael Castelo, quienes agradecieron al Ayuntamiento el acuerdo adoptado para perpetuar su memoria y evocaron recuerdos personales del doctor, quien también dio nombre a una popular farmacia en el entorno de la Plaza de los Patos, cerrada hace unos años.

El acto terminó con una pieza musical de la Banda Sinfónica de Tenerife.

Servicio a la comunidad

El doctor Ricardo Castelo nació en Mérida en 1886 y falleció en Madrid en 1941. En los años veinte se inscribió ya en el Colegio de Médicos de Santa Cruz de Tenerife, ciudad e isla donde desarrolló una intensa labor a favor la salud de los vecinos de la capital tinerfeña, especialmente en relación a las campañas de vacunación y de prevención epidemiológicas.

Fue notable su aportación como bacteriólogo a las campañas sanitarias para la erradicación de las enfermedades infecciosas y en particular para la erradicación de la rabia, que se padecía por aquel entonces en Canarias.

Fue tal su entusiasmo y dedicación a las campañas gratuitas de vacunación antirrábica y demás operaciones de extinción de ésta que llevó a cabo en el Ejército, en San Miguel, Arona, Güímar, Granadilla, Realejo Alto, La Laguna o El Rosario que el Ayuntamiento de Santa Cruz, en unión del de Badajoz y los respectivos Colegios Médicos provinciales solicitaron para él la Gran Cruz de Beneficencia, con la que fue condecorado por los extraordinarios servicios llevados a cabo.

Castelo también fundó la histórica farmacia que lleva su nombre y se ubicaba hasta hace unos años en el entorno de la plaza de Los Patos.

Durante su trayectoria profesional, también desempeñó un importante trabajo en el Hospitalito y ostentó diversos cargos de representación de entidades médicas y farmacéuticas.