El camino hacia la dignidad y una segunda oportunidad de vida

Santiago Gil (*)

El Albergue Insular de Gran Canaria trabaja con el objetivo de terminar con el abandono de perros y gatos en la isla

No son cifras, no son razas, no son datos. Cada perro y cada gato que llega al Albergue Insular de Gran Canaria tiene su propia historia, su nombre, sus sentimientos, sus miedos y, sobre todo, sus esperanzas. Hallar un hogar, encontrar cariño, recibir una caricia y ser cuidados con ternura. No piden más. Lo que dan lo saben quienes han convivido con perros o gatos en algún momento de sus vidas.

La consejera de Medio Ambiente del Cabildo de Gran Canaria, Inés Jiménez, recuerda que una sociedad avanza cuando ese avance conlleva el respeto y el cuidado a los animales. En Gran Canaria hemos avanzado mucho en los últimos años; pero todavía hay personas que no tratan a los animales con la dignidad que merecen, y también, para nuestra desgracia como sociedad, hay otras que los abandonan o que los maltratan. Eso sucede cerca de nuestras casas, y el Albergue, lejos de ser una condena, es para esos animales el comienzo de un camino nuevo y de una segunda oportunidad, para dar lo que ellos dan desde que reconocen a sus amos.

El director del Albergue de Animales, Gustavo Viera, te cuenta desde el primer momento que el objetivo es el Abandono Cero, la concienciación de la gente para que conozca la responsabilidad que asume cuando compra o adopta un animal de compañía, y el esfuerzo que realizan desde el propio Albergue por encontrarle un hogar a cada animal abandonado. El Albergue de Animales está integrado en la Consejería de Medio Ambiente del Cabildo y la gestión de todo el proceso que se sigue en el mismo está a cargo de la empresa pública Gesplan desde el año 2017. Su empeño, desde entonces, ha sido el de profesionalizar y marcar unos protocolos de seguridad y cuidados con el fin de mejorar las condiciones de habitabilidad y el propio destino de cada animal que llega al Albergue.

La adopción ya no es como hace años. Ahora hay un seguimiento de cada perro adoptado, y también un trabajo previo para intentar que esa adopción no conlleve un fracaso. Todo el proceso previo se lleva a cabo a través de www.albergueanimales.com. Una vez se visita la página se indican todas las condiciones y detalles de una adopción y también, principalmente para los denominados ‘Perros Potencionalmente Peligrosos’, la legislación necesaria para que todo el proceso cumpla con los aspectos legales necesarios. En esa visita virtual se eligen tres perros que luego, una vez contacten desde el albergue al aportar los datos requeridos en la web, se visitan junto con el personal del albergue para que interactúen, los conozcan, conozcan a sus otros perros o gatos si los hubiera, y se genere esa química necesaria que, a veces, solo se reconoce en la mirada o un gesto del animal que está llamado a ser parte de nuestra vida y un pilar esencial en nuestra familia o en nuestro entorno.

Pero como contábamos al principio, todos los perros y gatos tienen un nombre y una historia que casi nunca conocemos, pero que intuimos en el fondo de sus miradas: Frodo, Mandarina, Rimo, Duna, Gaya, Grim, Masca o Chelo son algunos de los perros y gatos que, en el momento en que escribimos estas líneas, están en la página web. Dentro de un tiempo serán otros, pero siempre habrá algún animal esperando nuestra visita y nuestra llegada.

Cada año se estima que hay unos 10.000 animales abandonados en Gran Canaria, pero la buena noticia es que entre el 70 y el 80 por ciento de los perros y los gatos que llegan al Albergue de Animales son adoptados, y por tanto cuentan con una segunda oportunidad para vivir su vida con mejor suerte que la primera. Llegan por abandono, últimamente por muchos desahucios, por muertes de sus cuidadores, por el capricho de quienes no entendieron nunca sus responsabilidades y por casi todas las historias que queramos imaginar sobre la insolidaridad y el maltrato. Cuando salen del albergue camino de esa segunda vida se van vacunados, con microchips y esterilizados. Uno puede ver cómo mueven el rabo y le regalan toda clase de carantoñas a sus nuevos dueños. Todo lo demás es la suerte o la mala suerte de cada existencia; pero a partir de esa adopción ellos están protegidos y controlados y, casi siempre, esa salida hacia un nuevo destino, tiene un final feliz, un encuentro que cambia la vida de todos los que participan en ese milagro que conlleva la salvación de un perro o un gato.

En esas historias juegan un papel fundamental todos los empleados y las empleadas del albergue, las voluntarias y los voluntarios. Cuando lo visitas, te das cuenta de que esa profesionalización y ese protocolo es, al final, unido al cariño y al compromiso, lo que hace que los animales cuenten con las mejores condiciones de habitabilidad y con las más halagüeñas posibilidades de futuro. Y es que no es solo la adopción el objetivo que se marcan desde el Albergue de Animales. Tan importante como esa segunda oportunidad es el cuidado, la atención y la calidad de vida de los animales que esperan esa llegada de cualquiera de nosotros. Para ello se suscriben acuerdos con Protectoras de Animales, se ha firmado un convenio de colaboración con la cercana facultad de Veterinaria y se reparan las instalaciones buscando las mejores condiciones de seguridad y comodidad posibles.

Nunca se debe bajar la guardia y jamás se puede cantar victoria. Quizá solo lo podamos hacer el día en que se logre el Abandono Cero y en que ningún animal sufra las consecuencias de las irresponsabilidades humanas. El Cabildo de Gran Canaria, a través de la Consejería de Medio Ambiente, cuenta con ese objetivo esencial y necesario para que una sociedad puede mirarse a los ojos en el espejo de los animales que tiene el deber de cuidar y de proteger en todo momento.

La suerte de Kina

Kina es una presa canaria noble y de mirada luminosa, leal compañera de una familia de Santa Brígida, cuidadora, agradecida a las caricias, capaz de salir a caminar aun cuando sus caderas le duelan y apenas pueda dar un par de pasos seguidos. Sigue teniendo miedo, sobre todo cuando escucha los voladores. Todo lo que tiene de grande lo tiene también de sensible, su corazón lo enseña en su mirada, y también su agradecimiento. Primero fueron quienes trabajan en el Albergue de Animales los que le dieron esta oportunidad de ser feliz, la que no han tenido otros perros en su misma situación que no fueron rescatados o alejados de dueños sádicos.

Todo indica que la maltrataron. Fue lo primero que vieron los empleados y los voluntarios del albergue. Ya llevan muchos años viendo llegar a perros con historias dramáticos que no pueden contar con palabras, pero sí con gestos, con reacciones y con esa inconsolable tristeza de no entender por qué el cariño y la lealtad encuentran la traición y el maltrato. Por sus marcas, se veía que había estado amarrada mucho tiempo, y se conoce que la soltaron dejándole a su suerte en las calles de Las Palmas de Gran Canaria cuando ese dueño anónimo y desaprensivo descubrió los primeros síntomas de la sarna.

Llegó casi sin pelo al Albergue y allí la profesionalidad de los enamorados de los animales la lograron curar. Luego tuvo la suerte de encontrar a una mujer finlandesa y a su familia, y desde hace años vive una vida nueva feliz, agradecida, porque esta familia la adoptó aun con las secuelas de su enfermedad. Vieron sus ojos y se cruzó un destino que ha salvado a Kina y la ha reconciliado con los humanos. Ahora es una perra feliz que no tiene que ver con aquella perra que cuando subió al coche de sus dueños defecó de miedo y apenas dejaba que la acariciaran. Estas historias reales dan sentido a toda la inversión y todo el esfuerzo que se hace en el Albergue de Animales del Cabildo de Gran Canaria. Hay muchas Kinas esperando esa segunda oportunidad y muchos seres humanos vivirían mucho más intensamente si se acercaran a ellas. Solo tienes que querer que te quieran y ser capaz de entender que el amor entre un animal y un ser humano hace más grande y mejor ser vivo a este último, al mismo que a veces maltrata y no entiende nada ni de la vida ni de la lealtad de estos seres mágicos de cuatro patas.

El destino inseparable de Turca y Tocho

Casi siempre, las apariencias tienen poco que ver con el carácter de los perros. Si uno se acerca a Turca y a Tocho, dos de los perros considerados Potencialmente Peligrosos, se daría cuenta enseguida de esa afirmación. Los dos llegaron juntos, vivían juntos, y fueron separados, por ser macho y hembra, al llegar al Albergue.

Los aullidos de Tocho aún conmueven a las trabajadoras y trabajadores del Albergue, y también la infinita tristeza de Turca. La perra no se movía de sitio, apenas quería comer y no reaccionaba ante nada. Venían muy heridos de la vida que habían tenido, y en aquella agonía que se infiere por sus comportamientos solo se tenían la una al otro. Eso hizo que los cuidadores y quienes velan por su bienestar y porque puedan tener una segunda oportunidad los sacaran juntos a la zona de juego. Ahí encontraron a una Turca que parecía que había vuelto a la vida: jugueteaba con Tocho y los dos parecían dos náufragos rescatados en el último momento y trasladados a un paraíso.

Una vez esterilizados y curados han podido estar juntos y han recuperado poco a poco la alegría y la confianza en el ser humano. Ha costado más con Turca, cada acercamiento, cada vez que mueve el rabo o busca que jueguen con ella, es un triunfo para ese personal y para los voluntarios que viven cada historia de los perros y de los gatos que lleguen al Albergue como si fueran suyas, porque de alguna manera ya son suya desde el momento en que ven que esas existencias que solo habían conocido la peor cara del destino pueden, por fin, despertarse sin miedo a que nadie les haga daño. Ahora confían en una adopción, y entre todos tratarán de que salgan juntos hacia una nueva vida. De momento han podido tener otra oportunidad, otros días con mejores argumentos y ese sueño de querer y que los quieran, y de cuidar a quienes los cuiden.

(*) Escritor