Sobre la Ley de Dependencia

Feliz con el movimiento social por las víctimas de una mala gestión sanitaria en Andalucía. Esperemos que no se repita en otras comunidades, que tendrán que ser examinadas con lupa.

Pero me asombra lo despistada que anda nuestra sociedad ante el abandono del derecho, más que ganado, de nuestros mayores, después de haber construido la sociedad de bienestar de la que por ahora podemos disfrutar.

Me refiero a la nefasta gestión de la Ley de Dependencia, un proceso de lo menos transparente que podamos conocer y que, después de haber pasado años (tres como mínimo) y, dependiendo en gran medida de una valoración subjetiva y que no se corresponde con la situación real transcurrido tanto tiempo, responde con una mísera ayuda económica que no permite el cuidado que se han ganado tantos mayores. Podrán decir que no funciona igual en todas las Comunidades, pero, tristemente, el resultado es muy parecido.

Cierto es que los políticos responsables se aprovechan del poco tiempo libre del que disponemos quienes cuidamos a nuestros mayores para poder asociarnos e ir a la calle para denunciarlo. En las puertas de las Consejerías de Bienestar Social tendríamos que estar.

En Andalucía dimite una consejera, en Canarias solo alimenta un discurso vacío, pero que permite que muchos mayores mueran sin haber recibido ningún tipo de ayuda, mientras permanecen impunemente. Ahora dicen que se va a resolver con más eficacia...

¿Hasta cuándo y hasta dónde llegará esta demagogia política?

Exijo rapidez, transparencia total en el proceso y en la evaluación y ayudas que les permitan vivir la última etapa de su vida como verdaderos ciudadanos de derecho y que no sean ninguneados, es decir, tratados como seres sin capacidad para constatar el abandono político al que están sometidos.

(*) Articulista