La izquierda tiene miedo

Anián Berto (*)

Miedo. Mucho miedo, incluso se acerca a pánico. La izquierda se cierra en ‘jarabe de palo’ y cordón sanitario contra Vox con vistas a las próximas elecciones para el Palacio de San Telmo sevillano. Una ley no escrita, pero severa, coincidente y contagiosa. ¡Qué viene Vox!.

A este terror pavoroso no solo las formaciones de Sánchez y Feijóo hacen aspavientos, sino toda la marabunta de agrupaciones comunistas, separatistas, nacionalistas y pro-etarras. Sin descartar las injerencias y la aversión de frontera para afuera. Puigdemont no está lejos, Marruecos cae cerca, las políticas bolivarianas nos miran de reojos y los consulados ilegales  separatistas atizan a España.

Por otra parte, de nada serviría si sus consignas, manipulaciones y adoctrinamientos no estuvieran sustentadas y propagadas por los otros socios; la práctica totalidad de las televisiones, radios y prensa alineada. Un movimiento conspiratorio donde no existe la razón, ni la honestidad y tampoco la verdad.

Usted podrá distinguir las intenciones propagandísticas de estos medios por su falta de empatía con los portavoces de Vox. Abren los informativos asiduamente con notas destructivas, de lo contrario no hacen ni referencia al tercer partido democrático del hemiciclo político, votado por cuatro millones de españoles y 52 diputados en el Congreso.

Medios de comunicación subvencionados desde los bolsillos de todos los españoles, o dependientes directamente del gobierno. Nada más hay que ver y oír a los tertulianos e invitados de la secta (por ejemplo). Dejan entrever si se ponen de acuerdo previamente o si es un don divino. Dios los cría y ellos se juntan. No hay tertulia, sino competición a ver quién ridiculiza mejor y es más valiente para ningunear y denostar a Vox, siempre valiéndose de la influencia de la cámara y el micrófono, pero sin presencia de opiniones que rebatan o defiendan otras opciones e ideas.

No sé si cobran cómo expertos, politólogos, charlatanes o por cantidades industriales de improperios dirigidos a Vox. No debaten, no proponen ni aportan, van a la yugular y extraen toda la sangre del cerebro, lo dejan en blanco y se dedican, a piñón fijo, a generar odios, crear temores e inventar propósitos que, de ninguna manera plantea el proyecto, ni es el postulado que defiende la agrupación de extrema necesidad. [ver programa de Vox]

Los partidos progresistas y feministas poco, o nada, tendrán que explicar a los andaluces cuándo sus argumentaciones exclusivamente se basan en excluir y transmitir miedo a las políticas de Abascal, ahora representada por Macarena Olona en Andalucía, candidata a la Junta en los próximos comicios del 19-J.

Sin duda, han recuperado aquellas misivas socialistas; '¡Qué viene Franco!', y el Generalísimo murió en 1.975. Eso sí, son espirituales y las almas no se sabe dónde llegan, así que les persiguen a modo de fantasma. Sueñan con el franquismo, ven la gorra de plato y el fajín por todo sitio, no se fían de los muertos, pero menos aún de los vivos.

Pues del ‘más allá’ vivieron muchos gobiernos socialistas, proyectaron todos los ERE's (680 millones de euros) y crearon la red clientelar más espectacular del mundo político. En Andalucía permanecieron en su gobierno más de 40 años. Un rédito nada desdeñable para Manolo Chaves, José A. Griñán y Susana Díaz.

La RAE dice del miedo que son perturbaciones angustiosas del ánimo por un riesgo real o imaginario. Los sectarios, partidistas y fanáticos de la mentira, se acogen directamente a la sugestión que crea sus mentes y los intereses ocultos de tejemanejes con nocturnidad, alevosía, lámparas a media luz y jovenzuelas con ritmo nocturno-festivo.

Claro, la noche da para mucho, incluso para tener miedo de la oscuridad cuándo no hay luces largas y todo el trayecto se hace en penumbra. Los tropiezos son continuos y todos los gatos son pardos, incluidas sus políticas trasnochadas, enmascaradas y dirigidas por Europa y el globalismo.

Se trata de formar una estructura global totalitaria y acabar con la soberanía española. Es una pena que los dirigentes progres no se lo expliquen así a los votantes, ya que una vez entendido, quiénes darían espanto serían ellos. Esos que atemorizan al personal para disfrazarse de fantasma con espíritu de chichinabo.

(*) Escritor y periodista