Inconveniens tutelam indigentiam dolor nimia accidia

Antonio Brito Pérez (*)

Coincidiendo con más calor de lo previsto, y por si fuera poco con lo que llevamos  padeciendo en los últimos años (pandemia Covid, incertidumbre económica, parálisis  política) nos encontramos con el alza desmesurado del precio de la luz que afecta  principalmente a los más de 10 millones de consumidores acogidos a la tarifa regulada o  Precio Voluntario al Pequeño Consumidor (PVPC), aunque los consumidores que  contratan su suministro en el mercado libre (aproximadamente unos 17 millones)  también podrán ver subir su factura si sigue la alocada tendencia al alza.  

La desprotección al consumidor golpea a los hogares españoles. Todavía tengo  guardado en la retina aquella “pendejada” del consumo excesivo de la carne. ¿Por qué  no han coordinado esfuerzos los ministerios de Consumo y el de Transición Ecológica,  a través de la Secretaría de Estado de Energía?. ¿Con qué nueva ocurrencia nos  sorprenderán próximamente?.  

En España en torno al 40 % de los hogares se encuentran adheridos a un sistema de  precios dinámicos o regulados. Este sistema se caracteriza por la elevada frecuencia de  revisión de los precios, lo que explica que la traslación de los movimientos de precios  en el mercado mayorista a los precios pagados por el consumidor final sea mayor y más  rápida, rasgo que también se observa en otros mercados europeos. Ahora bien, el precio  final soportado por el consumidor doméstico es sustancialmente más volátil en España  que en las principales económicas de la UE.  

Destaca el Banco de España en un reciente informe sobre el mercado eléctrico español  que la fuerte subida de los propios mayoristas de la electricidad en el primer semestre se  debe, en buena medida, al encarecimiento de los derechos de emisión de CO2 y de los  precios del gas, materia que emplean las centrales de ciclo combinado.  

Para hacerse una idea, el año pasado por estas fecha el precio medio era  aproximadamente de 39,30 € (MWH); ahora supera los 114 €.  

Las discrepancias en los sistemas de fijación de precios minoristas de la electricidad  podrían estar detrás de las diferencias encontradas entre el caso español y el de otros  países de la UE. El caso de España es el único que cuenta con un precio regulado  dinámico. En ausencia de precio regulado, como es el caso de Alemania, el consumidor  contrata la tarifa que prefiera en un mercado libre de características dispares. Incluso en  aquellos países que cuentan con tarifa regulada, como Francia, solo una parte de los  consumidores están adheridos a este tipo de contratos.  

Al parecer, España muestra “una volatilidad más elevada” que las principales  economías de la zona euro en el precio final de la electricidad soportado por el  consumidor doméstico; una tensión entre el nivel de precios soportado por el  consumidor y la incertidumbre respecto a la volatilidad de dicho precio.  

Inevitable, sin duda será el debate sobre la aplicación de las tarifas planas o el  mantenimiento de las tarifas dinámicas. Mientras tanto a rascarse el bolsillo porque  visto lo visto no esperen a corto plazo ningún “bálsamo de fierabrás gubernamental”.  

(*) Abogado y Doctor en Derecho