Política y personas tóxicas

Antonio Alarcó (*)

Las hay por todas partes. Es imposible no encontrar alguna en nuestras vidas. En el ámbito personal o laboral. No solemos darnos cuenta de que lo son hasta que se quitan ellas mismas el antifaz. Pero si estuviésemos atentos, sabríamos alejarnos a tiempo. Son las personas tóxicas. Sobre ellas se han escrito innumerables artículos y algún que otro libro. Por las redes sociales circulan post sobre gente tóxica y cómo reconocerla. Gente tóxica y cómo alejarnos de ellas. ¡Pero qué desprevenido te cogen a veces!.

Hablamos principalmente de personas para las que solo existen ellas mismas y sus supuestos problemas. Supuestos porque no son tales. O lo son simplemente por la forma que tienen de enfrentarlos. Hablamos de los quejicas, los celosos, los absorbentes, los negativos, egocéntricos y manipuladores. Hablamos de personas que pueden en un principio inspirar pena y en las que es muy posible que nos volquemos. Trataremos de ayudarlas, escucharemos sus quejas, prestaremos nuestro hombro y lo que haga falta para mitigar su desgracia. Hasta que nos demos cuenta de que sobramos en la ecuación. Si no hacemos la voluntad de la persona tóxica, esta nos apartará. O lo que es peor, pasaremos a ser parte de sus quejas a los demás, nos convertiremos en el problema.

Manipularán y mentirán hasta convertirnos en los malos. O quizás tengamos la enorme suerte de reconocerlos a tiempo. Darnos cuenta de que algo no termina de funcionar en nuestra relación con ellos. Percibir que las cosas no fluyen, que tanta negatividad nos afecta a nosotros también, y apartar al tóxico. Pero claro, lo habitual es que, para cuando queramos darnos cuenta, los hayamos incluido en nuestras vidas. Sean amigos o, lo que es peor, compañeros. Y digo peor porque, si has involucrado a un tóxico en tus planes y proyectos, tienes un problema.

En política gente tóxica también hay. Y mucha. ¿Creen que no? ¿Saben cuánta gente se acerca a aquellos que hemos decidido trabajar para los ciudadanos, escondidos tras la máscara de la buena voluntad?. Vienen a nosotros. Nos rondan. Se ganan nuestra confianza y nos convencen de que están en nuestro mismo camino. De que sus inquietudes son las tuyas y de que trabajarán contigo mano a mano para sacar proyectos adelante, para conseguir aquello por lo que tú tanto luchas. A veces llegas a implicarte tanto que los lazos van más allá de lo meramente político y te vuelcas con la persona. Seguro que nos ha pasado a todos los que vivimos la política.

Un día aquel al que tendiste la mano no está satisfecho con tus decisiones. Quizás ya no le resulten favorables a ellos como individuos. Quizás no hiciste lo que más les convenía o simplemente, dejaste de atender sus quejas. Entonces su toxicidad se hace evidente. Pasas a ser el malo. Se vuelven contra ti. Boicotean tus proyectos y malmeten a tus espaldas. ¡Y no quiera el azar que les hayas prestado ayuda personal en algún momento!.

Renegarán de ella, la excusarán de cualquier manera y te despreciarán por ello. Porque hay gente que no está preparada para recibir ayuda. La aceptan, pero te odian por prestársela. Seguro que a todos ustedes, lectores, les habrá ocurrido alguna vez. No se preocupen. Son gente tóxica. Personas incapacitadas para dar, para agradecer o para convivir en sociedad. Personas que solo ven el mal y el vaso medio vacío. Lástima que a nosotros, los políticos, nos toque lidiar con tantos individuos de este tipo. Lástima que en ocasiones una buena idea se vea truncada por ellos o las buenas intenciones se pierdan en el mar de los celos y el egocentrismo.

Quizás nos vendría bien leer algunos estudios de psiquiatras y sicólogos sobre la materia y estar prevenidos. Porque amigos lectores, no hay peor compañero de viaje que un tóxico, con su pretensión de ser chistosos y con la sonrisa simulada permanente para pretender caer bien.

Insisto en lo que siempre he mantenido y que es lo que impulsa mi quehacer diario: no hay actividad más bonita que dedicarse a lo público con la satisfacción del deber cumplido. Esa labor sincera y honesta no está al alcance de las personas tóxicas porque no sirven más que para generar negatividad. Allá ellos. 

(*) Senador del PP por la isla de Tenerife.