Barreras arquitectónicas: un reto para las comunidades de vecinos antiguas

Las escaleras son las enemigas número uno de las personas con movilidad reducida

EDDC.NET/Madrid

Generar espacios accesibles en una sociedad cada vez más avejentada es uno de los principales retos a los que se enfrentan las comunidades de vecinos de fincas antiguas. Las empresas de Administración de fincas, conscientes de esta situación, apoyan a los vecinos en la solicitud de ayudas para la adaptación, que ofrecen cada año millones de euros para hacer posible el cambio en las propiedades privadas antiguas.

Hace unos años, nadie construía espacios pensados para personas mayores o con movilidad reducida, por eso, muchas porterías y zonas comunes de los edificios están dispuestos con escaleras, pasillos pequeños, puertas pesadas y otros elementos que hacen imposible la convivencia para personas en silla de ruedas, con muletas o, simplemente, mayores.

Ante esto, el Estado, a través de las comunidades autónomas, lanza cada año fondos pensados para subvencionar un porcentaje importante de las obras de adaptación de las fincas.

¿Cuáles son los elementos a los que más atención hay que prestar si se plantea iniciar este tipo de proyectos de mejora de accesibilidad en edificios? Los expertos de Sinaga indican cuáles son las actuaciones más habituales acometidas por sus comunidades de vecinos.

Eliminación de escaleras e instalación de ascensores

Las escaleras son las enemigas número uno de las personas con movilidad reducida. Sin embargo, muchos de los edificios construidos en las últimas décadas del siglo XX todavía cuentan con porterías con grandes y aparatosas escaleras que impiden que muchas personas puedan hacer vida autónoma en el momento de entrar y salir de sus viviendas.

En la mayor parte de los casos, estas escaleras simplemente son un elemento decorativo que puede ser eliminado. En otros, existen métodos de sustitución por rampas y, en el peor de los casos, se pueden instalar plataformas elevadoras que salven los escalones.

Hay que sumarle, además la instalación de ascensores, que, en algunas fincas antiguas, no se habían colocado en su momento. Gracias a esto, cualquier vecino podrá salir y entrar de su casa, esté en el piso en que esté, de manera cómoda, segura y, sobre todo, autónoma.

Puertas accesibles

No se piensa tanto, pero las puertas de entrada al edificio son un gran enemigo en muchas ocasiones: son pesadas, difíciles de mover, grandes… Son muchas las características de estas puertas que hacen que no todo el mundo pueda usarlas con comodidad.

La sustitución de las puertas del portal es otra de las grandes obras que se llevan a cabo en las comunidades de vecinos. Suelen cambiarse por puertas que eliminan el uso de llaves —hay personas que tienen dificultad para manipularlas— y que se abren con mecanismos motorizados para evitar que los vecinos tengan que hacer fuerza.

Eliminación de barreras

En un tercer puesto, quedarían otro tipo de barreras como mobiliario o elementos decorativos que sí que pueden ser un excelente elemento estético para los portales, pero que se convierten en un campo de batalla para quien va en silla de ruedas o no puede moverse con agilidad.

Conviene apostar por espacios diáfanos, realizados con materiales no resbaladizos, con pasillos anchos para poder moverse con comodidad, donde todo esté pensado al milímetro para hacer un uso cómodo y funcional de cada lugar desde que se sale de casa hasta que se llega a la calle.

Como recuerdan en las empresas de administración de fincas, las ayudas del Estado permiten hacer todo esto sin que la cuenta de las comunidades de vecinos se quede a cero.