Cervezas Belgas: Historia y Variedades
En Bélgica conviven simultáneamente diferentes tradiciones cerveceras que en algunos casos se circunscriben a todo el país
EDDC.NET/Madrid
En 2016 la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) declaró la cerveza belga Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, destacando el rol que ésta desempeña en la vida diaria de los belgas, su extensísima variedad, el uso diverso que se hace de ella en la cocina o en la elaboración de quesos o la existencia de organizaciones de cerveceros, entre muchos otros aspectos.
En Bélgica conviven simultáneamente diferentes tradiciones cerveceras que en algunos casos se circunscriben a todo el país pero que en ocasiones tienen un alcance local, como en el caso de las Lambic o de las Oud Bruin. El resultado es la existencia, en un país de apenas 30.529 km², de 417 cervecerías y 289 beerfirms que elaboran alrededor de 200 cervezas diferentes.
Por otra parte en Bélgica se elaboran cervezas de todos los tipos de fermentación existentes (baja, alta, mixta y espontánea).
Encontraremos cervezas belgas de baja fermentación, lagers o pils, que gozan de una gran popularidad en el país y alguna de ellas incluso a nivel internacional.
Pero sin duda alguna las cervezas belgas más reconocidas internacionalmente son las de alta fermentación o ales y en particular las de abadía (Saint Feuillien, Val-Dieu o Maredsous) y entre ellas las trapistas, elaboradas por monjes. Cualquier buen aficionado a la cerveza ha oído hablar de Chimay, Westmalle, Rochefort u Orval.
Otras belgas de calidad contrastada y de gran reconocimiento internacional son:
Blond: Rubias en general suaves que combinan la frescura de las pils pero con el aroma afrutado de la levadura y un contenido en alcohol superior.
Triple: Rubias fuertes, complejas y en el que el carácter de la levadura se hace bien presente con sus notas afrutadas y especiadas.
Dubbel: Entre tostadas ligeras y con notas de caramelo, uva pasa, higo e incluso chocolate.
Strong Ale o Cuádruples: Tostadas fuertes, complejas e intensas en contenido en alcohol que destacan por sus notas a uva pasa, ciruela seca, caramelo, chocolate, vainilla e incluso café.
Saison: Cervezas de temporada, de color anaranjado, espuma densa, carbonatación alta, lupulizadas y discretamente cítricas.
Blanche o Wit: Elaboradas con trigo y especies como la piel de naranja de Curaçao y cilantro.
A continuación nos encontramos con las cervezas de fermentación mixta, ales envejecidas en barrica, que se caracterizan por su carácter vinoso con notas balsámicas, denominadas Oud Bruin o Brown ale flamencas, únicas en el mundo y que sorprenden por su personalidad y su carácter extremadamente refrescante.
Y finalmente los belgas nos ofrecen un producto único, con más de 400 años de historia documentada, ligado a la tradición del territorio y que además de conocimiento requiere de mucha pasión y romanticismo. Nos estamos refiriendo a las cervezas de fermentación espontánea que reciben el nombre exclusivo de lambics y en cuya elaboración se “domestican” las levaduras salvajes presentes en el ambiente. El tipo más extendido de las lambic es la Geuze, mezcla de lambics jóvenes y añejas, carbonatada naturalmente y que presenta una complejidad tanto a nivel de aroma como de sabor que desafía los paladares más entrenados y exigentes. Algunos se atrevieron a rebautizarlo como el champán de los belgas.
Pero no debemos pasar por alto las lambic afrutadas entre las que destacan las de cereza (Kriek) o las de frambuesa.
Si a toda esta variedad de estilos, aromas y sabores le añadimos su capacidad para maridar con la comida, su equilibrio y finalmente tenemos en consideración la liturgia o ritual que acompaña siempre el acto de tomar una cerveza con su propia copa, fenómeno único en el mundo y en su temperatura adecuada, podemos afirmar, ahora sí, sin miedo a equivocarnos, que la cerveza belga es la mejor del mundo.