Más de un año después del comienzo de la pandemia el deterioro de la sanidad pública es cada día mayor

Antes de empezar con la Covi ya estaba colapsada tras décadas de recortes y privatizaciones. La mayor parte del dinero ha ido a parar a empresas privadas: vacunas, rastreadores, pruebas diagnósticas, fármacos de dudosa eficacia y hospitales innecesarios, mientras permanecen cerradas miles de camas en hospitales públicos. Ante las enormes listas de espera que producen muertes evitables por diagnósticos tardíos, lejos de reforzar la sanidad pública, los gobiernos aumentan los contratos de las patologías más rentables con la sanidad privada. Los retrasos en la atención sanitaria pública han llevado a muchas personas a contratar pólizas con aseguradoras privadas, las mismas que en 2020 han ganado más dinero que nunca: 9.000 millones de facturación y 11 millones de clientes. Casi 1 de cada 4 personas tiene un seguro privado a nivel estatal. Y mientras tanto, las patentes siguen protegiendo los negocios de las poderosas multinacionales farmacéuticas.