Ricardo Melchior ha convertido la Autoridad Portuaria en un ‘lodazal’ de irregularidades, arbitrariedades, acosos y chanchullos, que lesionan el interés público

La situación se ha ‘agravado’ para los que trabajan allí con honestidad y transparencia

EDDC.NET / Santa Cruz de Tenerife

Ricardo Melchior. Insigne prócer tinerfeño. Señor de Tenerife como los antiguos corregidores, mientras estuvo sentado en el Cabildo. Allí usando el dinero público y las artes sutiles de la propaganda, mantuvo ante la opinión pública una imagen de eficiencia y cercanía que le permitió señorearse en el panorama político hasta que llegó lo inevitable, como fueron numerosos escándalos y sobre todo la llegada de Fernando Clavijo al poder, que permitió que Carlos Alonso ocupara su plaza a mitad de la legislatura.

Aquello se quiso vender como una transición modélica y acorde con los intereses de CC, que suele proteger a los suyos y tapar sus vergüenzas, pero aunque ya se escuchaban tambores de guerra, Alonso y su gente, menos las que fueron esclavos de Melchior, no se pudieron imaginar lo que se encontraron debajo de las alfombras y en gavetas ocultas en la corporación insular.

Alonso sufre lo suyo, pero no pudo evitar que Melchior por las favores prestados, saltase a la Autoridad Portuaria de Santa Cruz de Tenerife, institución en la que participan varias administraciones y que a ojos del ciudadano es un mundo aparte, hermético, ajeno a lo que ocurre en otros ámbitos públicos y privados.

La llegada de Ricardo Melchior al puerto de Santa Cruz de Tenerife ha sido como la invasión de los hunos de Atila a Occidente. El que fuera y es el ‘Abuelo de Tenerife’ ha conseguido en poco tiempo destruirlo todo, convertir la Autoridad Portuaria en un cenagal y ha instaurado un régimen de terror, donde el capricho es ley y donde los que son honestos, transparentes, no sirven, deben ser aniquilados y donde los favoritos, los protegidos, los que no tienen ni moral ni nada que les evite caer en la tentación, son los reyes, son los que mueven ahora esa institución.

La lista de los ‘pecados’ de este infierno es ‘sobrecogedora’, nunca mejor dicho. Como ir al infierno de Melchior requiere paciencia, tranquilidad y sobre todo, tenerlos cuadrados, hay que ir poco a poco, para no indigestarse ante tanto barro. Pero debemos por responsabilidad, enumerarlos, para luego en días posteriores, cebarnos a gusto por quien debe irse, debe dimitir y dejar esa fuente de dinero público en paz.

Comenzamos: una contratación encubierta de una mujer, ya famosa por sus relaciones con la Autoridad Portuaria, empresaria poco solvente y residente en Radazul, que cobra mensualmente por la ‘cara’ y sin que la avale ningún expediente.

Pago a empresas a dedo. Todo discrecional, es decir, colegas y demás personas que él considera que lo pueden fortalecer en el ejercicio de su cargo. Ya daremos más detalles.

Diligencias abiertas en Fiscalía Anticorrupción por arbitrariedad y discrecionalidad en la contratación pública de la Autoridad Portuaria.

Denuncia laboral y penal por acoso a trabajadores de la Autoridad Portuaria que no se prestan a sus prácticas ilícitas.

Acoso a trabajadores, insultos, trato denigrante, costumbre que se trae del Cabildo, cuando lo hacía incluso con sus propios consejeros y demás.

Mala praxis y arbitrariedad en la gestión con el beneplácito de los servicios jurídicos.

Funcionarios que miran para otro lado a cambio de subidas de sueldo, horas extras o tratos de favor.

Gastos desmesurados en protocolo; subvenciones, propaganda y páginas en todos los periódicos.

Gastos en bolsos, libros que compra a sus amigos, ropa, barajas españolas para regalar, coches de alquiler, artículos de regalo. Todo con dinero público.

Uso de coche oficial y chófer para usos privados. A diario y para atender actos de índole personal.

Subidas de sueldo a miembros del comité de empresa a cambio de apoyos o intervenciones específicas en prensa.

Recibe regalos, objetos de alto valor de empresarios. Ya contaremos para que.

Contratación de una productora para su ego y no para la institución.

Paga un equipo de fútbol de una empleada de la Autoridad Portuaria.

Financia con dinero público un elevado número de páginas en prensa: portadas, dobles páginas, actos específicos y desayunos de presentación.

Trato de favor a determinadas empresas. Astilleros y demás. Igual con un operador del taxi, ahondaremos en detalles y con propietarios de autobuses.

Como dicen en Santa Cruz, la ‘mafia’ se ha sentado en el puerto de Santa Cruz de Tenerife.