La quimera antimilitarista

Pedro González Cánovas (*)

La utilización más común del término “quimera” en política, es la segunda acepción que nos da el diccionario de la Real Academia (Aquello que se propone a la imaginación como posible o verdadero, no siéndolo). Lo que exponemos a continuación no es ninguna quimera. Tratamos el tema con realismo, posiblemente inusual y evitando antecedentes históricos antimilitaristas del propio archipiélago, pero siempre desde la intención de trazar un camino hacia la emancipación auténtica de Canarias y la propuesta de una sociedad mejorada.

¿Pueden imaginar un país sin ejército? ¿O con un pequeño destacamento militar casi simbólico, que no acapare gastos significativos de servicios sociales y no sea una carga económica? Pues existen decenas de países así en el mundo. Eso sí, la mayoría son estados archipielágicos o islas; aunque también hay otros pequeños estados conocidos, como Mónaco o El Vaticano.

Por supuesto que es posible una Canarias libre sin ejército, pero todo pasa por el hecho de conseguir la soberanía, integridad e inteligencia de gestión necesaria para pactar con el exterior un Estatuto de Neutralidad. Eso no significa otra cosa que establecer el Archipiélago como territorio de paz reconocido internacionalmente. Una tierra desmilitarizada y libre de la OTAN o cualquier otro bloque militar y, por lo tanto, de maniobras militares de cualquier tipo o actuaciones bélicas en nuestro territorio o en nuestro nombre. Ello, llevaría aparejada la creación de un Centro Diplomático Internacional que dote de contenido a dicho Estatuto y que nos convierta en el necesario espacio neutral en donde poder sentar a intereses enfrentados.

La mayoría de las veces, si no siempre, las acciones bélicas están a la orden de intereses económicos. Pero Canarias no es España, no está sometida a los mercados de la misma forma que un territorio continental, donde los movimientos de mercancías se abaratan en sus recorridos terrestres. Por eso, y por nuestra posición geoestratégica, podríamos poner los puertos y aeropuertos a disposición para facilitar los traslados de mercancías, tan solo con el arancel necesario para abaratar la entrada de productos foráneos y la salida de las propias exportaciones.

La oferta de Canarias, como laboratorio de energías limpias; de nuestro cielo, casi impoluto, para el estudio astrofísico; así como para el seguimiento de misiones espaciales, también podrían ser parte de la propuesta de neutralidad del Archipiélago, al permitir que muchos intereses científicos internacionales se encuentren en el archipiélago.

Pero claro, esto es muy difícil -o imposible- de desarrollar desde la España sometida a los mercados y capitales transnacionales, la herramientita de la Unión Europea y plataforma militar de la Alianza del Atlántico Norte. Esa es la España actual, tan corta de miras como le permite su falta de soberanía y su dependencia de potencias mercantiles y militares con intereses sesgados.

La Canarias libre que queremos, donde el pueblo ejerza su propia soberanía y se antepongan los intereses sociales de sus habitantes, tiene que plantearse obligatoriamente una política exterior coherente y ética. Hemos de conseguir -además de la unidad nacional y el ejercicio social- un reconocimiento global que garantice nuestra protección de fronteras y el respeto a nuestra soberanía. En Canarias sí podemos conseguirlo, quimeras son otras cosas.

(*) Miembro de Alternativa Nacionalista Canaria