PANDEMIA: Que nos deja como resultado. 7ma Parte

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Como expuse en el anterior articulo, en este quiero abordar el modal de las emociones, y de que manera, a través del aspecto racional, se los puede dominar. De todas las emociones, la única que no aparece es la que tiene que ver con el amor pues es, a mi entender, una de las pocas que son casi refractarias a la influencia de la razón. No digo que no pueda suceder, pero es la más complicada, salvo que uno decida resignar una parte importante y grande de sus posibilidades de sentir. Ademas no imagino por que alguien quisiera poner un escudo contenedor para las emociones del amor.

Abajo repetí la lista de emociones para quien desee buscar coincidencias con las suyas.

Enojado.                                        Culpable.                               Desdichado

Fastidiado.                                     Feliz.                                     Aburrido

Triste.                                             Conflictuado.                        Inquietud

Deprimido.                                     Arrepentido.                          Solitario

Ansioso.                                         Desesperado.                       Satisfecho

Temeroso.                                      Esperanzado.                       Excitado

Con pánico.                                    Desamparado.                      Optimista

Enérgico.                                        Relajado.                               Tenso

Envidioso.                                       Celoso

Hablemos del enojo. Esta emoción, como muchas, puede ser generada por un hecho externo o por aspectos internos, sean biológicos o psicológicos.

Es muy común que a raíz del confinamiento o debido a la limitación de varios aspectos que antes eran comunes en nuestra vida diaria, nos exasperemos con facilidad. Si nuestra naturaleza es estar enojados o medianamente enojados, es muy posible que se incremente o decrezca. Si el enojo sube es posible que termine afectando o repercutiendo en algún aspecto de lo biológico. Esto se traduce en afecciones cardíacas, digestivas, tensiones musculares, problemas de cervicales, etc. Eso en cuanto a como lo afecta personalmente, pero el otro problema es lo que genera en el ambiente y personas que lo rodean. Pues puede generar una espiral ascendente de agresiones o de algún grado de malestar.

Si el enojo decrece, es importante investigar y reflexionar el porque de esto. Es bien sabido que a muchas personas, el pasar por circunstancias negativas los ayuda a mejorar como personas, pero a otros los empeora, cuando tienen una personalidad tóxica de base.

Al referirme a tóxico, lo hago en el sentido de esas personas cuya forma de ser no deja nada positivo. Individuos que destilan energía negativa a su alrededor, o que con su actitud hacen sentir al otro poca cosa, generándole un detrimento en su autoestima. Personas de las cuales claramente uno debe alejarse.

La gran pregunta es como solucionar esto. Si el individuo tiene una personalidad tóxica, salvo que termine afectándolo biológicamente, no suelen llegar a consulta psicológica y por lo tanto no suelen tener sentido autocrítico sobre su conducta.

Si por el contrario, les surgiera un problema de salud, algunos de los que nombré anteriormente es, tal vez, posible ayudarlos, antes que se genere una retroalimentación negativa entre su perfil de personalidad y psíquico, y sus afecciones físicas. O sea, cuanto más enfermo físicamente, más enfermo psíquicamente.

Si por el contrario, en la persona afectada existe un margen para maniobrar desde lo racional, es muy posible que se logren cambios positivos. En estos casos, y diría en todos, la manera de incidir es a través de herramientas positivas. Imaginen gráficamente una balanza de dos platillos, en uno lo positivo y en el otro lo negativo, y este último llevando más peso. Está claramente desequilibrada, por lo cual solo algo positivo puede revertir esto.

Aquí, lo que va a pasar a primer plano es el conocimiento que tengamos de él, de sus gustos y preferencias, y que cosas ha dejado de lado por esas otras que perdió debido al confinamiento.

Otra manera de enfrentar el problema, es atacando los aspectos negativos. Trabajarlos de tal manera que se vuelvan positivos.

Por eso, lo principal es averiguar a que se debe el enojo, pues es posible que tenga fuentes variadas. Y si es así, deberemos atender cada una por separado y buscarle la mejor solución posible, impulsándolo a que él colabore en la búsqueda de soluciones para su mejoría.

Imaginemos esta situación. Una familia, en donde el padre cuya vida diaria ha sido ir a trabajar y al terminar su jornada iba al bar por 3/4 de hora para distenderse. O iba a hacer gimnasia en algún establecimiento, o jugar al futbol, o hacer alguna actividad terapéutica. El hecho aquí es que debió suspender estas actividades para irse derecho a su casa, sin contar la posibilidad de que haya tenido que suspender su actividad laboral.

Esta situación le va generando un cambio en su humor, volviéndolo al principio hosco, y más adelante enojado.

Si esta situación no se controla a tiempo, solo traerá sinsabores en el ambiente familiar, dejando al descubierto las partes débiles del tejido social familiar. Pues la crisis sanitaria afecta de igual manera en el aspecto microsocial que en lo macrosocial. Debilita las costuras del tejido social, como dije en el anterior articulo. 

Les doy un ejemplo de la vida real, uno que estoy atendiendo. Una persona, a raíz del confinamiento tuvo que quedarse en su casa desde marzo, ademas es paciente de riesgo. Antes dicha persona trabajaba cada mañana y cada tarde en un negocio, lo cual hacia que se mantuviera ausente de su casa una 8 horas.

El tener que permanecer en su casa, la llevó a enfrentar la realidad del estado mental de su cónyuge y de su madre (persona de 93 años), quedando en medio de una situación poco controlable. Ademas, el vivir evadiendo el problema, no le permitió llegar a entender la naturaleza de la solución, teniendo que enfrentarla de un día para el otro y sin tener una respuesta adecuada.

Esta clase de situaciones son de lo más comunes en las familias, pero muy complicadas de solucionar si no se tiene la asesoría psicológica adecuada.

En resumen, lleva casi 9 meses tolerando la disfuncionalidad familiar, motivo por el cual me pidió intervenir.

Esta clase de problemas comenzaron a surgir de manera exponencial a medida que se fue agravando la crisis epidemiológica.

Por eso cuando hablamos del enojo, lo debemos ver como un síntoma, como la resultante de un problema más profundo.

La emoción que sigue es estar fastidiado. El fastidio es de unos grados menor al enojo. Por lo cual detectarlo a tiempo puede prevenirnos de algo peor. Se podría decir que es el faro que nos señala lo que se está acercando.

No todos los fastidios desembocan en algo peor, pero si la persona en su vida normal no era de demostrar esta emoción, y ahora sí y con más frecuencia, más vale no ignorarlo.

La manera de afrontarlo es la misma que con el enojo, solo que al ser una forma menor, podemos pensar que su comienzo es más reciente, lo mismo que su intensidad, por lo tanto más fácil de resolver. Lo que se debe aquí es lograr discernir los motivos del enfado. Por que en cuestiones de confinamientos forzados, una emoción negativa no se puede ver igual que en circunstancias normales, pues aquí lo que sucede es que la persona puede estar ingresando en una espiral ascendente de agresión. Saber los motivos nos va a permitir juzgar si hay coherencia entre causa y enfado. Si la hubiere, no deberíamos preocuparnos. Pero a otra cosa a la que se debe atender es a la frecuencia, pues cada enfado puede ser un peldaño en el ascenso a un estado de emoción más agresivo.

La siguiente emoción es sentirse triste. La raíz de este sentir puede ser variada, pero como en las anteriores, debe ser contrastada con la frecuencia en que se manifiesta y los motivos, y por supuesto si es una estado habitual de quien la padece, y si crece o decrece en su intensidad.

Además, la tristeza puede tener diversas fuentes, la cual así como tal es algo ambigua pues podría ser manifestación de un estado de melancolía, o de un estado de nostalgia, en cuyo caso deben abordarse de distintas maneras.

Cuando hablamos de melancolía, lo hacemos como algo muy profundo de la persona y que tiene raíces negativas, pudiendo llevar a la depresión. Mientras que la nostalgia es mucho más superficial, y solo lleva a la persona a recorrer aspectos de su existencia con algo de añoranza, pero este estado es temporario y corto.

Si la persona esta en un estado melancólico, de lo cual se dará cuenta por su larga duración en el tiempo, es conveniente que busque consulta con un terapeuta, pues las herramientas que se deben gestionar en este caso son muy específicas.

Si la persona se siente triste, dentro de un estado nostálgico, la manera de contrarrestarlo es proponerle a la persona hacer aquello que hubiera deseado en otra época, pero no pudo concretar. Y si no encuentra nada, habrá que buscar opciones nuevas para ofrecerle. Después de todo, nunca se tuvo una situación parecida, en donde tengamos que quedarnos encerrados con tanto tiempo ocioso a nuestra disposición.

Si lo meditamos bien, podríamos interpretarlo como que el destino nos está dando una nueva oportunidad de hacer aquello que tuvimos que postergar o que ni tan siquiera pudimos comenzar.

Seguimos con el tema en el próximo artículo.

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