La carrera del salmón: creyendo en Venezuela

Ángel Eduardo Lombardi Moratinos (*)

El salmón es un pez oceánico que anualmente realiza una proeza llamada ‘la carrera del salmón’: se adentra en los ríos de agua dulce a contracorriente, siendo fatigado por la fuerza del agua que va en dirección contraria a su viaje, donde el salmón no come, no descansa, es presa fácil para depredadores y cuando finalmente logra llegar a su destino, estos fallecen por la fatiga del largo trayecto.

Así nos sentimos los  empresarios y ciudadanos venezolanos hostigados por la infinita cantidad de situaciones que nos golpean día a día en nuestra búsqueda de crecimiento para nosotros y nuestras empresas. La difícil situación económica que atraviesa el país, donde los ciudadanos cada día disponen de limitados recursos financieros con los cuales cada vez se reduce a la expresión más mínima su poder adquisitivo, entre muchísimas más cosas que nos golpean a diario, las cuales ni me molestaré en mencionar ya que son el pan de cada día de todos las personas que vivimos en Venezuela.

Aún así, y a pesar del fuerte caudal que nos arrolla, nosotros al igual que el salmón seguimos nadando en contra de la corriente. ¿Por qué el salmón sigue en su carrera? ¿Por qué se empeña en llegar arriba si va a morir? Pues al final cuando el salmón llega a la cima del río, donde el agua es calma y no hay depredadores, ahí ellos desovan, por qué justamente río arriba se encuentran las condiciones idóneas para la preservación de su especie, y es después de ese momento donde cumplen su objetivo, mueren para dar vida.

Creo que por eso nosotros seguimos a contracorriente, porque tenemos la fe y la convicción de un mejor mañana, de ser parte de un gran futuro para todos, porque sabemos que pesar de la adversidad del lobo que devora nuestros corazones y el riesgo de perder nuestros sueños y energías, avizoro un mejor mañana que se encuentra al final de la carrera del salmón.

(*) Director del centro de estudios históricos de Luz