Pandemia: que nos deja como resultado (II)

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Anteriormente hablé sobre el rol del estado, y que lo componía. Pero para que un estado exista debe tener una población que lo complete.

Nos hemos acostumbrado, no digo todos pero si una mayoría importante, a que una vez que votamos para elegir presidente, luego nos desentendemos de todo lo que atañe al gobierno, como representante del estado. Esto no debería ser así, pues seguimos viviendo en el mismo país, con las mismas leyes y costumbres. Eso me recuerda, y lo cito a modo de ejemplo, una conversación que tuve con un amigo. Él se quejaba de que dos personas lo habían traicionado y por ende estafado. Mi amigo me explicaba que había armado una empresa pequeña, en el ramo textil, y que luego se la pasó a una persona amiga para que la usufructúe, a cambio él recibiría un 30% de las ganancias que produzca. Una vez hecha la cesión, mi amigo se desentendió del negocio, pasando por allí muy poco, tan solo para retirar dinero.

Mi respuesta fue la siguiente: si das, con tu conducta, la idea de que te importa poco ese negocio, la otra persona termina por entender lo mismo, por lo cual comenzará a hacer cosas que a él lo beneficien y a vos te perjudiquen. Cuando uno crea un negocio, por mucho que lo ceda en parte, no debe dejar de estar presente, tal vez con menos frecuencia que antes, pero el mensaje debe ser claro, que estás atento a que es lo que hacen con tu negocio, y cómo lo administran. Si no haces eso, luego no te enojes primero con ellos, hacelo primero contigo por abandonarlo.

En los países debe ser lo mismo, los ciudadanos debemos estar atentos a que hace el estado, y como interpreta el gobierno las leyes que rigen el país.

Lamentablemente no se puede relajar la atención sobre estas cuestiones, y cada reclamo que uno hace a una oficina estatal debe ser seguido y cuestionado, hasta que se dé por concluido. Y si no nos satisface la respuesta, debemos buscar otros recursos que nos ayuden.

¿Por qué comento esto? Lo hago porque si estamos satisfechos con nuestra actuación como ciudadano responsable cívicamente, nuestra tendencia a pensar negativamente respecto al estado va a ser menor, pues seremos conscientes de que hemos contribuido a mejorar el lugar donde vivimos.

El estado, y quien lo representa, el gobierno, debe sentir que la ciudadanía está atenta a cada decisión que se toma, y que controla todo.

En todos estos años nos han hecho pensar que nosotros, como ciudadanos, debemos ver al gobierno como alguien que nos manda, cuando en realidad debe ser al revés. El sueldo que perciben quienes componen el gabinete lo pagamos con nuestro trabajo, y es algo que no deberíamos olvidar.

Eso me recuerda la célebre frase de muchos presidentes, ¨la situación actual es producto de todo lo malo que hizo el gobierno anterior¨. Y lo peor de todo es que muchos de nosotros usamos la misma frase para justificarlos.

La realidad es que quien accede a la presidencia no salió de adentro de una cápsula, ni vivió en otro planeta, ni nació ayer. Sabe perfectamente cual es la realidad del país del cual se hace cargo, se lo eligió para que lo presida y lo saque adelante. Y si no se siente capacitado para esa tarea, primero no debió postularse para el puesto, y ahora llamar a elecciones para que acceda alguien más apto.

Todas estas realidades con las que convivimos, y que toleramos, generan un mal ambiente, caldo propicio para que cuando surge un problema como la pandemia terminemos mirando esto con desconfianza y pensando que se traen entre manos.

Cuando decidimos desentendernos de nuestras responsabilidades cívicas, por ejemplo votar, permitimos que un territorio que es nuestro sea ocupado por el estado, al que se lo vé como un ¨padre¨ que decide lo mejor para todos…

¿Qué pasa entonces con el gobierno? Quien rige el país y su gabinete, terminan por hacer lo que les contaba que le pasó a mi amigo, hacen en primera instancia lo que creen mejor para ellos y su partido político y están más interesados en sus guerras con otros partidos de la oposición que lo que pasa en el país, por lo que terminan por poner parches en los problemas y no verdaderas soluciones.

La crisis con el covid-19 dejó claramente expuesto a la luz que tanto gobiernos como políticos no están a la altura de las circunstancias, y mientras no entiendan que el paradigma es otro, y en consecuencia sigan actuando bajo el paradigma anterior, seguirá habiendo rebrotes. En europa varios países van por el segundo rebrote y se preparan para el tercero. En América, Norteamérica por ejemplo, con la conducta de su presidente, no dio lugar a un rebrote porque nunca salieron del primer contagio, la situación se agrava cada día, encabezando la lista de enfermos y muertos.

No se puede creer ciegamente lo que nos dicen, pero para discutir sobre el tema y cuestionarlo debemos instruirnos, leer mucho sobre dicha cuestión, claro que para poder hacerlo debemos tener la capacidad de comprender lo que leemos, y esto no sucede de un día para el otro, debe comenzar en la escuela primaria y continuar.

Por eso pienso que esta crisis sanitaria nos debería servir para corregir nuestros errores.

Cuando hablábamos de ética en la facultad, surgía un tema muy importante. Culpa y responsabilidad. Ambos términos no siempre van juntos, y son bastante diferentes aunque no lo parezcan. La culpa es una emoción, mientras que la responsabilidad es más un término ético y jurídico. Y quiero detenerme un momento en este último término, como parte de la ética. La ética como algo particular de cada individuo, se conforma por los valores que nos inculcan, los que aprendemos con la experiencia y desde la lectura de la gran literatura, es posible que haya otras dimensiones menores pero, a fin de mi comentario, no son relevantes. Bien, si estos valores son los adecuados, podremos hacernos responsables de nuestras acciones. La culpa es la resultante emocional de hacernos responsables. Les voy a dar un ejemplo citando un hecho que sucedió recientemente, hace dos o tres días. Escuchando la radio de Andalucía, comentaron que un chofer de un camión tuvo un ataque de epilepsia mientras manejaba, generando un accidente de relativa gravedad. Chocó autos, rompió alguna casa, tal vez haya atropellado levemente a alguna persona (disculpen que tal vez no sea tan exacto con los hechos, pues no son tan importantes en el ejemplo). En este siniestro culpa y responsabilidad no van de la mano. Supongamos que el chofer no sabía que era epiléptico, ¿se lo puede culpar por algo que estaba fuera de su control? Claramente no, lo cual no quiere decir que este hombre no pueda llegar a sentirse culpable. La culpa es como el covid-19, se adhiere a todo aquello que sea buen caldo de cultivo. Pero eso no lo exonera de su responsabilidad, pues quien estaba frente al volante era él. Deberá pagar su seguro los daños causados, pero dicha persona no puede ser juzgada y penalizada por el hecho.

Este ejemplo lo cito para que entendamos que en muchas cuestiones somos responsables pero no culpables, pero en otras sí. Cuando actuamos de manera negligente, sabiendo lo que sucede a nuestro alrededor y teniendo suficiente información, deberíamos sentirnos culpables y responsables. Y si no nos hacemos cargo de cuánta culpa nos atañe respecto a la realidad en nuestro país, más vale que caeremos en un bucle repitiendo in eternum nuestra conducta.

Y para cerrar esta parte del artículo quiero citar un ejemplo claro de esta semana, cuyo actor principal es el presidente de Norteamérica. Dice que se contagió el virus. Dice que ya está curado. Esto sucedió en una semana o menos. ¿Qué creen el mensaje que este señor está enviando a los ciudadanos? Hay dos posibles mensajes que se me ocurren al menos. Uno es ¨el virus no es tan letal como lo quieren hacer ver¨. El otro es ¨soy muy fuerte, contra mí nadie puede¨ como si fuera Superman. No soy de tratar de mentirosas a las personas, pero descreo que este individuo se haya contagiado, más que está por su edad dentro de la población de riesgo. Y lo más importante, cómo interpretan, y luego actúan, aquellos que escuchan este mensaje. La actitud de este señor es de una gran falta de responsabilidad y no creo que sienta culpa alguna.

Sigue en el próximo artículo.

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(*) Articulista