Responsabilidades políticas por el incendio de La Gomera

No Somos Nadie

                                                                                                                                                                                                                                                            Es más fácil engañar a la gente, que convencerlos de que han sido engañados”. Mark Twain

Parece que muchos gomeros lo tenían claro. A pesar del dolor, de las llamas y del humo, estaban dispuestos a moverse, a pedir responsabilidades, a no dejar que la guerra entre antiguos amantes los despiste. Aquí no se trataba de elegir entre Hernán Peraza, Iballa o Beatriz de Bobadilla. Da igual que el amo y señor isla, Casimiro (Hernán Peraza) sea el amante de una aborigen (Mencey Paulino) o el esposo de una enviada de la Corte, Beatriz de Bobadilla (que podría ser el ministro de Turismo e Incendios).

La rebelión gomera cinco siglos después de aquella que protagonizaron contra Hernán Pereza el joven no tiene su origen en los amores furtivos del Conde, esta rebelión no entendía de sábanas, de pactos ni de divorcios, era una rebelión contra la mentira y la ineptitud de unos mandamases que han demostrado que no están a la altura de la circunstancia. Y la circunstancia es muy chunga: un 25% de un parque nacional que es Patrimonio de la Humanidad se convirtió en cenizas.

Una asamblea de vecinos celebrada en el campo de fútbol de Valle Gran Rey fue la prueba de que los gomeros no iban a mirar para otro lado. Varios cientos de vecinos participaron en una reunión en la que decidieron manifestarse para pedir responsabilidades por el incendio que durante más de 2 semanas azotó a la Gomera y que tuvo ardiendo al subsuelo de la isla.

Alguien debió explicar por qué el pasado 8 de agosto el gobierno canario decidió bajar del nivel 2 a l nivel 1, cuando se anunciaba una ola de calor para los días siguientes. El presidente Paulino Rivero dijo en la cadena SER que fue una “decisión de los técnicos.  Días después el presidente del cabildo, Casimiro Curbelo, repitió el mismo mensaje aunque dejó claro que la última palabra era del gobierno canario no del cabildo gomero.

Cuando se tomó esa decisión había ardido unos 3000 hectáreas, de ellas 350 eran dentro del Parque Nacional. En la misma noticia se contaba que existían “puntos calientes que se pueden reproducir los próximos días”. Y vaya que si se iban a reproducir. En el mismo comunicado del gobierno canario se reconoció que iban a venir episodios de calor, que hubo que mantener las precauciones aunque se dio al incendio por “estabilizado”. El fuego volvió con fuerza y hubo que volver a subir el nivel y pedir al gobierno del Estado que regresaran los hidroaviones que estaban en sus bases en la Península Ibérica. El fuego volvió con tanta fuerza que los cinco días siguientes arrasó 600 hectáreas más del Parque Nacional de Garajonay.

Los mismos políticos que demostraron su ineptitud para dirigir la extinción del incendio y para definir su nivel de peligro volvieron a la guerra de acusaciones públicas y a la pelea por los medios necesarios para combatir el fuego. Por supuesto que fue impresentable que un parque Nacional se haya estado quemando mientras el ministro español de Medioambiente asistía a una corrida de toros junto al Jefe del Estado. Por supuesto que si el gobierno del Estado  hubiera tenido más sensibilidad con Canarias, en las islas habría una base de hidroaviones contraincendios. No es una cuestión de presupuesto, ya que dinero hay para tener aviones y barcos militares mucho más caros que los hidroaviones. Pero parece que Madrid le da más importancia al archipiélago como base de la OTAN para vigilar a África que a esta reserva natural de la Macaronesia que tiene 4 parques nacionales.

Mientras Coalición Canaria y el PSOE reaccionaban señalando a los técnicos y acusaban al gobierno de Mariano Rajoy, desde el PP el ex ministro Soria recurría a la desmemoria y el cinismo habitual. El mismo político, José Manuel Soria, que puso en marcha la policía autonómica como consejero de Economía y vicepresidente del gobierno canario, el mismo que aprobó el mayor presupuesto que ha tenido la Televisión Canaria (año 2008 en plena crisis económica el consejero José Manuel Soria incrementa hasta los 66,9 millones de euros el presupuesto de la RTVC), el mismo político propuso como solución contra los incendios que se dedique el dinero de la policía y el canal de televisión a recursos contra incendios.

Las llamas del incendio en La Gomera y en Tenerife se apagan más rápido con una base de hidroaviones más cercana. Pero también con un modelo económico que no vea a la agricultura como la enemiga. También con más recursos públicos para cuidar naturales desarrollados. También con un gobierno canario que no se convierta en el principal delincuente ambiental con legislaciones como la del catálogo de especies que en la práctica ha sido anulada por el Tribunal Supremo pero da igual lo que diga el Supremo porque el puerto de Granadilla salió adelante ya que era un compromiso con los patrocinadores de los principales partidos políticos canarios.


Un último apunte: sabemos que el ministro de Medioambiente estaba en los toros mientras ardía el Parque Nacional de Garajonay. Pero ¿dónde estaba en aquel entonces la viceconsejera de Medioambiente?¿Qué papel pintó el consejero de Sostenibilidad en este incendio? ¿Estaban reunidos para pedir que se cumpliera la sentencia del Tribunal Supremo sobre los sebadales de Granadilla y el catálogo de especies que rechazaron cuando estaban en la oposición?

Estoy por darle la razón a Paulino Rivero y a Casimiro Curbelo cuando decían que fueron los técnicos los que decidieron bajar del nivel 2 al 1 el incendio de La Gomera. Aunque estabamos hartos de ver ruedas de prensa y fotos de Paulino Rivero, González Ortiz y Casimiro Curbelo contándonos cómo iba el incendio o recorriendo las zonas afectadas. Pero, vale, tuvieron razón, son los técnicos los que deciden, los que dirigen, los que asumen las responsabilidades. Pues entonces los irresponsables políticos lo mejor que podían hacer era marcharse a su casa. Vale, pero de los tres, dos se fueron a su casa, pero el tercero, ahí sigue, incombustible.