El tranvía de Tenerife ha consumido cerca de dos mil millones de litros de agua en el riego del césped

Foro contra la Incineración

Antaño, para los que llevamos años peinando canas, esto del ecologismo era mucho más simple que ahora. Básicamente se trataba de no malgastar, sobre todo el agua y la energía, y reciclar y reutilizar casi todo, fundamentalmente la materia orgánica de los residuos para estiércol o como alimento para los animales. Poco más, pero cuando se hablaba de no derrochar lo fundamental era el agua no sólo porque escaseaba sino porque había una conciencia muy clarita, probablemente porque muchas veces al año fallaba el suministro, de que aquello era un bien escaso y a nadie en su sano juicio se le ocurría derrocharla hasta el punto que el césped no estaba prohibido, creo, pero sí muy mal visto por el conjunto de la sociedad.

Ahora las cosas han cambiado bastante y el césped no sólo lo agradece la gente sino que da votos, y de ahí que uno pueda ver rotondas en el sur de la Isla, con el estrés hídrico que hay al igual que en Santa Cruz y buena parte (si no todo) el recorrido del tranvía; plantadas de césped que han llegado hasta pintarlo a pistola cuando el riego, salobre en muchos casos, no consigue mantener el color. Porque es que el césped necesita agua de calidad, cualquier cosa no vale.

Pues bien, en este contexto resulta que el Cabildo de Tenerife mantiene plantada, desde hace más de doce años ya, una superficie que se aproxima a los 70.000 metros cuadrados de césped (unos diez campos de fútbol) como modo de garantizar el uso exclusivo para tranvía de la plataforma que ocupa para no tener que compartir ésta ni con guaguas ni con taxis, como ocurre en el resto del mundo civilizado donde el espacio escasea. De este modo estamos hablando de regar cerca de 70.000 metros de césped, que requiere unos seis litros diarios por metro para mantenerse en condiciones (según las fuentes la cifra varía generalmente al alza), durante más de doce años (algunos más porque con el césped se comenzó a probar mucho antes de inaugurarlo en 2007) y lo que cuesta eso en términos económicos -ambientalmente pues se trata de un dispendio descomunal- pues por ahí ha de estar porque no entra en el contrato de mantenimiento (el agua se factura a parte) que supone algo así como medio millón de euros anuales. Vamos, cortar y reponer fundamentalmente que se factura a 7,335 Eur./m2.

Todas las presas de BALTEN (balsas de Tenerife), más de 20, tienen una capacidad de poco más de 5.000 millones de litros de agua, cinco millones de metros cúbicos, con lo que el agua que ha podido consumir el tranvía a lo largo de estos años, mientras el propio Cabildo abandonaba jardinerías por todas partes por no poder mantener el riego, puede representar algo así como el 40% de la capacidad total de almacenamiento de todas las balsas públicas de Tenerife. Vamos, que cada año se ha podido ir a regar el césped de la catenaria algo más de 3% de la capacidad total de almacenamiento, no del agua embalsada que eso es otra historia que pondría este porcentaje escandaloso por encima del 5% sin la más mínima duda.

Y bueno, a grosso modo esos son los números que dan cuenta de una realidad que en otros tiempos supondrían un verdadero escándalo pero que, sin embargo, hoy en día vemos como si fuera lo más normal del mundo incluso en la época de las emergencias climáticas que éstos entienden que se remedia con más carreteras, más césped y más agua desalada. Si cada usuario del tranvía al subirse a la serpiente multicolor tuviera que portar una garrafa con el agua que, por viajero, le correspondería aportar para mantener verde ese césped en un clima como el nuestro estaríamos hablando de que necesariamente esa garrafa debía contener más de ocho litros. Lo de por qué no hay colectivo ambientalista o partido ecosocialista que se enfrente a este escándalo, que está aderezado con la pretensión de mantener a los bomberos, a las ambulancias, a la policía, a las guaguas y a los taxis peleándose con los coches en Rambla de Pulido y otros muchos sitios por no poder pisar el césped ni para emergencias (te entierras si está mojado); pues nos encontraríamos ante uno de esos grandes misterios propios de una tierra que fue, y seguramente sigue siendo, cuna principal del Surrealismo.