Niños condenados a la explotación laboral en el mundo

Rafael Lutzardo (*)

Nacer en un país Tercer mundista es una verdadera desgracia, especialmente cuando naces en la cuna de las castas más bajas. No obstante, y desde la mentalidad de los ojos de Occidente, muchos piensan que esos niños son felices porque ignoran que hay otro lugar donde se pueda vivar en unas condiciones más feliz. Posiblemente así sea, pero ellos necesitan vivir en un mundo mejor, donde sus derechos sean respetados y no secuestrados como ocurren en muchos países del Tercer mundo, donde unos 61 millones de niños/as no van a la escuela porque muchos de ellos tienen que trabajar duramente durante jornadas de muchas horas.

Unos 168 millones de niños son víctimas de explotación laboral alrededor del mundo, de los cuales más de 80 millones ponen en riesgo sus vidas realizando trabajos peligrosos. Las regiones de Asia y África tienen los índices más altos de menores dedicados a actividades laborales: casi 78 millones, equivalente al 9,3 por ciento de la población infantil.

En América Latina y el Caribe hay 13 millones de niños, niñas y adolescentes en fuentes laborales. Un 50 por ciento de la tasa de empleo infantil en Latinoamérica se concentra en la agricultura debido a la mayor presencia de la informalidad.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) en el año 2002 propuso la fecha 12 de junio para conmemorar el “Día mundial contra el trabajo infantil”, con el objetivo de concientizar acerca de la magnitud de este problema y aunar esfuerzos para erradicar esta realidad.

El tema central de este año es el impacto de los conflictos y catástrofes en el trabajo infantil debido a las serias afectaciones que deja la destrucción de medios de subsistencia, los servicios básicos y obliga a las personas a huir de sus hogares. 

Día Internacional de los Niños Víctimas Inocentes de Agresión. Según la Organización de Naciones Unidas (ONU) en el mundo existen más de 1.500 millones de personas que viven en países afectados por conflictos, la violencia o la inestabilidad. A esta cifra se suma que cada año, alrededor de 200 millones de personas son víctimas de catástrofes naturales, un tercio de las cuales son niños.

Estas situaciones extremas tienen un efecto devastador en la vida de las personas: mueren, resultan mutiladas y heridas, se ven obligadas a abandonar sus hogares, se destruyen sus medios de subsistencia, aumenta la pobreza y el hambre, y se violan sus derechos humanos.

Trabajos peligro

La OIT calcula que 115 millones de niños trabajan en condiciones de peligro en diversos sectores entre los que se encuentran la agricultura, la minería, la construcción, la manufactura, la industria de servicios, establecimientos de comida rápida y el servicio doméstico.

En Asia, la industria textil agrupa a la mayoría de los menores que trabajan. En este caso los niños se encargan de coser ropa barata para su exportación. En África y Medio Oriente, más que en otras regiones del mundo, los conflictos y catástrofes son los responsables directos de las altas tasas de empleo infantil, casi el 30 por ciento.

Por otro lado, la mayoría de los refugiados no tienen derecho a trabajar en los países de acogida y optan por enviar a sus niños a obtener dinero. En estos casos, los infantes se desempeñan en todas las áreas del mercado laboral informal, desde la agricultura hasta la minería.

A pesar de estas cifras la OIT registra una ligera disminución del trabajo infantil desde el año 2000 pasando de 246 millones a 168 millones, de los cuales más de la mitad, es decir, 85 millones efectúan trabajos peligrosos.

(*) Escritor y periodista