Es lo que tiene…esto de enredar con los muertos

Carlos Castañosa (*)

La eclosión de VOX es un síntoma de cómo el cultivo de votos a cualquier precio puede resultar contraproducente por error de cálculo. Es evidente que todos los partidos políticos sin excepción, priorizan la contabilidad de votos sobre cualquier otra consideración. Tomar una decisión o no, solo depende de un  único objetivo estratégico: si será alimento para cardumen de potenciales votantes, o por el contrario puede  ahuyentar determinado porcentaje de presuntos fieles.

Hay maniobras que se ven venir de lejos, aunque se pueda incurrir en juicio temerario por opinar sobre intenciones ajenas. Pero nos tienen tan escarmentados, que solemos acertar desde la sospecha y el mal pensar.

Padecemos suficientes problemas en este magnífico pero vilipendiado país, maltratado desde dentro por quienes debieran velar por los derechos y proteger los intereses ciudadanos, para que se monten tantas cortinas de humo con temas banales, a fin de enmascarar la gravedad de los problemas más acuciantes.

Sean currículums falseados, tesis doctorales plagiadas, subrepticias escuchas telefóni-cas, másteres regalados, micrófonos abiertos al descuido, Inglés: nivel alto… Triquiñuelas en fin de golfos de medio pelo que llenan primeras páginas, llamativos titulares y amplios espacios en noticiarios de radio y TV.

Intentan engañarnos como a pardillos; pues lo “gordo” queda en segundo plano: Servicios Sociales, Sanidad, Educación, Vivienda, Patrimonio, Dependencia, Cultura, vertidos fecales…

Debiera prevalecer la prudencia ante la que está cayendo en Europa, y en otros países más lejanos, con la radicalización de las derechas. Sin llegar todavía al extremo de la cruz gamada, pero acercándose peligrosamente a discursos que atentan sibilinamente contra la declaración de derechos humanos y por ende, contra valores y principios democráticos que parecen resquebrajarse en manos de políticos ineptos.

En España, nuestra España, teníamos a la sacratísima diestra apaciguada y moderada-mente centrada en el espíritu de la transición, donde se jugó con éxito el papel de la concordia con respeto al pasado y miras de futuro. Un presente halagüeño para pasar página, que no quemar el libro, de nuestra lamentable historia reciente.

Pero un iluminado ZP consideró de alta rentabilidad electoralista hurgar en la memoria histórica de solo una de las dos Españas. Con la bandera humanitaria del respeto por las víctimas del franquismo, pareció no tenerse en cuenta la lógica reactivación del resentimiento aletargado en los descendientes contra aquellos supuestos vencedores, de los que apenas quedaban algunos reductos ancianos y residuales, que no necesitaban fuelle que les diera aire nuevo.

El dolor y la pena por el recuerdo por los antepasados asesinados, exaltó el rencor, el odio y la sed de venganza. Pareció una maquinación diseñada para excitar sentimientos de la otra parte, como si se necesitase radicalizarla para acomodar el propio extremismo.

La reacción contra el activismo moral de quienes siempre se han sentido perdedores   –en una confrontación civil nunca hay vencedores ni vencidos… todos pierden–, ha sido la réplica in crescendo de acusaciones mutuas, resucitadas y extraídas de la gaveta bajo llave con la concordia pactada por todos, en una modélica transición que fue el paso de un traumático Estado dictatorial a otro supuestamente democrático.

Como réplica de la parte “vencedora”, ha ido aflorando el recuerdo de las tragedias propias y episodios no incluidos en la Ley de Memoria Histórica, en referencia al epílogo de la sangrienta II República –fracasado intento de una democracia fallida–. Torturas en las checas, quema de iglesias y conventos, asesinatos masivos de curas y monjas, masacres de gente “paseada” por ir a misa, Paracuellos,  Calvo Sotelo…

Salvajadas y crueldades que no tienen color ni bando. Fueron personas enfermas, corroídas por un odio irracional, sin identidad de credo, quienes escenificaron las tragedias.

Lo de Las Ventas el otro día espeluzna lo justo para inquietar conciencias que sienten, que sentimos, España como patria de todos, blasón, privilegio y orgullo de quienes amamos ser españoles. La bandera, las notas del himno, la Constitución y la democracia verdadera, no pueden ser representativas de unos pocos “salvadores” patrios. Que nadie se las adueñe ni se permita que alguien las mancille.

Las provocaciones surtieron su efecto. Intencionadas o no, están consiguiendo un indeseable resultado. La Ley de Memoria Histórica pudo ser aceptable si hubiese abarcado ambas facciones, tanto en la reprobación de los hechos criminales  como en el respeto por la dignidad de los muertos de ambos bandos.

Como remate de la imprudencia temeraria, el repentino oportunismo de intentar exhumar a Franco y montar el pollo. Una ocurrencia macabra e inservible, priorizada sobre el cúmulo de problemas que nos asolan. Con un resultado que solo ha servido para excitar sentimientos e ideologías que estaban relajadas y latentes para acomodo de la sociedad y serenidad política, tan conveniente para nuestro Estado de derecho.

Pero no. Había que escarbar en lo truculento para significarse políticamente. Error de cálculo con las consecuencias poco gratas que pueden inflamar rescoldos que ya estaban casi apagados. (Sería deseable que no se tratara de un error premeditado).

No se debe enredar con los muertos; no sea cosa que alguno resucite y vayamos a tener un disgusto. Si así fuera, imagino a más de uno saliendo por patas dejando vendidos a quienes, en su día, dimos la cara porque pudimos y quisimos hacerlo.

Para los que no estuvieron entonces porque no podían, o todavía no habían nacido, una reflexión sobre Carlos V: Cuando las tropas vencedoras en Mühlberg le propusieron profanar la tumba de Lutero para quemar su cadáver, el emperador les espetó: “Ha encontrado a su juez. Yo hago la guerra contra los vivos, no contra los muertos”. Solo es una leyenda sin confirmación histórica… pero queda bien aquí…

Una PNL (propuesta no de ley) a nuestros políticos: Dejen de ladrarse los unos a los otros y ¡¡¡PONGANSE A TRABAJAR DE UNA MALDITA  VEZ!!!... en lo que deben, y en lo que le deben al pueblo soberano que tan generosamente les paga por sus servicios.

(*) Escritor y articulista