Reforma universitaria de Córdoba (1918)

Ángel Rafael Lombardi Boscán (*)

La juventud ya no pide. Exige que se le reconozca el derecho a exteriorizar ese pensamiento propio en los cuerpos universitarios por medio de sus representantes. Está cansada de soportar a los tiranos. Si ha sido capaz de realizar una revolución en las conciencias, no puede desconocérsele la capacidad de intervenir en el gobierno de su propia casa.

Manifiesto liminar, 21 de junio de 1918

Las universidades latinoamericanas públicas han formado parte de una cultura de oposición permanente. Cohabitan con el Estado que les financia aunque su Autonomía las define y resguarda. Sin Autonomía no hay Universidad contestaría y mucho menos una ciencia libre.

Desde hace veinte años el chavismo en Venezuela se ha dedicado a erosionar esa Autonomía con un único fin: poner de rodillas a las universidades y los universitarios. Domesticar su espíritu crítico y abolir la meritocracia. Hoy, éste despropósito, está a punto de triunfar. Y con todo, desde los despojos que aún quedan, las universidades públicas se mantienen indeclinables.

La Reforma de Córdoba en Argentina democratizó una universidad medieval y la puso en sintonía con el mundo moderno. En Venezuela toda nuestra clase media profesional, que hoy resiste con decoro y entereza de ánimo a la barbarie actual instalada en el país, nació de su filosofía, teniendo a los estudiantes y profesores, los principales protagonistas de ese fundamental cambio. La Generación del 28, forjadores de la Democracia en el siglo XX, se identificaron con el ideario de Córdoba.  

De unas relaciones patriarcales, rurales, pre-modernas y verticales se pasó a una Universidad plural, democrática, libre y horizontal en sus más básicas relaciones. La Universidad en Venezuela ayudó a modernizar a un país atrapado en el atraso y el analfabetismo. Además, se les dio acogida solidaria a tantos buenos científicos y profesores que huían de feroces dictaduras como la de Franco en España y Pinochet en Chile.

La Reforma de Córdoba hizo una completa revolución con relación al gobierno universitario al hacerlo colegiado y bajo participación democrática permitiendo la esencial rotación en sus cuadros directivos. Lamentablemente la dinámica partidista penetró a la Universidad y deformó en gran medida ese supuesto haciendo de la burocracia clientelar un parasitismo malsano. Con los chavistas, que se apropiaron del discurso de “izquierdas”, terminaron de erosionar el funcionamiento universitario al promover unas expectativas de promoción entre obreros y empleados instalando la anarquía y el canibalismo hasta la actual hora presente.

Recuperar la Universidad venezolana es esencial luego de recuperar la Democracia en el país. Todos los universitarios del país, identificados vitalmente con nuestras labores, resistimos y sobrevivimos reivindicando la inteligencia, la razón, el dialogo y los acuerdos. De hecho, la inmensa mayoría estamos trabajando desde una remuneración simbólica y en unas condiciones deplorables. Y lo hacemos porque tenemos confianza en el futuro.

Sí bien para algunos esto es un despropósito porque la Democracia universitaria está aniquilada hoy: sería importante recuperar el espíritu de Córdoba y plantear lo que es un clamor de la mayoría: llevar a cabo unas mega elecciones en todas las universidades del país para intentar renovar todos nuestros cuadros directivos hoy desgastados y sin apenas capacidad de respuesta y lucha. Seguro que existirán resistencias de parte de un status quo acostumbrado a una inercia encumbrada, y que el Régimen nos boicotee, como usualmente lo ha hecho. Aunque intentarlo es todo un reto. Sería un escenario ideal para sacudir la tristeza e imponernos tareas de lucha bajo una gran alianza inspiradora.  

Además, los universitarios del país, le estaríamos enviando un contundente mensaje al Régimen: sólo en Democracia nuestro querido país puede volver a recuperar un sitio relevante en la historia de las naciones en éste siglo XXI.

(*) Director del Centro de Estudios Históricos de Luz