La manta de Ricardo Melchior

Fernando Hermoso Oramas  (*)

¿Qué esconde Coalición Canaria bajo la manta?

Me muero por saberlo. Hago un esfuerzo por imaginar a quién salpicaría la podredumbre escondida en el lento deslizar de la tantas veces mentada, manta.

Ricardo Melchior ha amenazado con tirar de ella.  Amenaza con arrastrarla despacito, relamiéndose y regodeándose ante el escarnio y vergüenza que ello provocaría en su apreciado? partido.  La pretendida apariencia de gobierno ejemplar y la reputación de alguno de sus principales actores, muy principales, parece, quedaría cubierta con el ultraje y el descrédito.  Como si de la lava de un volcán se tratara, Ricardo, en el lento jalar de su manta, cubriría todo con la inmundicia que ahora calla. 

Malo, muy malo, especialmente ahora, en esta etapa preelectoral, que el partido afronta con renovada ilusión.

¿Tan infame es lo que la manta de Ricardo esconde?

Sí, debe de serlo y también debe de implicar a muy significativos dignatarios. Esta es la reflexión popular. Convertida en un clamor que ya no se esconde, a pesar de que los principales medios escritos de la provincia aún se resistan a hacerlo público por miedo a perder sus habituales subvenciones.

Indigno nos parece a los ciudadanos que una gestión tan denostada desde tantos frentes  y en tan importantes ámbitos como el Cabildo Insular y la Autoridad Portuaria, se siga manteniendo por una decisión del gobierno de Canarias.

Las denunciadas actuaciones de Ricardo Melchior contra la ley, en el ejercicio de sus cargos públicos y sobre todo, su imputación y reciente declaración ante la fiscal anticorrupción por encontrar más que indicios de delito en su gestión, parecen no importar a los que parecen, algo tienen que ocultar.

¿A qué esperamos, a que sea definitivamente condenado? ¿Será mejor así para CC? No. No nos engañemos, el daño será mucho peor, para el partido, para Tenerife y para las Islas Canarias.

Inaudito nos parece también que a este personaje se le permita el vil chantaje y molesta aún más, que se acepte a costa de privar a los canarios del derecho de ser dirigidos por políticos no corruptos que gestionen sus instituciones y su dinero de una manera impecable.

¡Ay,  los que en la manta se acurrucan!

Tapaditos con la manta, mientras aún les cobije, deberían de poner la tele y aprender de las películas y series.  En ellas, el malo amedrenta, chantajea a la víctima y al principio, ésta, pretendiendo que todo acabe, paga lo que se le pide. Pero el malo, que siempre es muy malo, no suele cumplir su promesa y quiere más y más.  Una espiral de chantaje y amenazas que nunca acaba bien para el que paga. La ambición sin límite del malo, todo lo pudre.

Es por eso, señores, que con los malos no se negocia.  Estos pactos conllevan siempre nefastas consecuencias. Las que ya sufrimos nosotros, los ciudadanos, en este caso convertidos en moneda de cambio, tributo del malo.

Que alguien nos escuche, por favor  ¿Hasta cuándo tendremos que aguantar a este político viejo actuando impunemente y jugando a las marionetas con los dirigentes del gobierno?

De esta grotesca situación, lo que más alarma es que quienes tienen que destituir al Presidente de la Autoridad Portuaria están tan amedrentados que no se dan cuenta de que lo que ahora se oculta, de una manera u otra, muy pronto saldrá a la luz, rompiéndose así los hilos que maneja Ricardo Melchior.  Los títeres caerán al suelo con estrépito y únicamente les quedará el poder suficiente para arrastrarse penosamente hasta sus casas, en donde, tapaditos con una manta, esperarán a que todo se olvide, mientras que otro partido gobierna en Canarias.

(*) Articulista