Quinario santo

Luis Alberto Henríquez Lorenzo (*)

En mi poemario próximo a ver la luz ‘Tú eres mi copa’, estructuro una sección de cinco bosquejos de soneto inspirados en los días de la Semana Santa: Domingo de Ramos, Lunes Santo, Martes Santo, Miércoles Santo, Triduo Pascual. A esta sección la titulo ‘Paisajes y motivos de la Pasión’. 

Varios lustros contemplan ya la composición inicial de estos versos, calculo que casi dos décadas. Dormidos o aletargados, como casi toda mi obra, en cajones y más modernamente en archivos de ordenador, en esta Semana Santa de 2018 me he decidido a subir los cinco sonetillos aludidos a una bitácora católica que frecuento: ‘Como Vara de Almendro. A Tú eres mi copa’, como a toda mi obra, he venido aplicando, me figuro que con una suerte y un don que ya en alguna medida no me pertenecen, el pincel del pulido, el acomodo, la corrección y el arreglo. Si algún relieve literario finalmente adorna este ramillete de versos, bendito sea Dios; si lo hirsuto, la fealdad y la torpeza siguen siendo sus adornos preponderantes, que las musas y los dioses sepan perdonarme. Y los lectores.

Soy del todo consciente de que los aires de la poesía de los últimos lustros en España no sitúan a Cristo ni a su Iglesia en el centro, en el nervio fecundador o generatriz; la postmodernidad, con todos sus injertos, trizaduras, pastiches, nihilismos, escepticismos y decadencias, inspira la mayor parte de la producción poética actual. Como que en Canarias, un autor como el malogrado Frank Estévez, nacido en Gáldar y fallecido en Madrid (1963-2014), pasa por ser de los pocos autores canarios, se sobrentiende que con una obra literaria de cierto eco y relieve, que en las últimas décadas de nuestras letras de patria chica sitúan la experiencia del discipulado de Cristo en el corazón del discurso y quehacer literario, si bien el bueno de Frank Estévez Guerra lo hizo desde una espiritualidad de cristianismo protestante de la que quien estas líneas escribe descree, no así de la sorprendente belleza de no pocas de las composiciones poéticas del autor galdense, con cuya amistad yo mismo me honré durante años.

Así las cosas, insisto en que si la excelencia literaria no adornara, ni modo, mis versos -lo cual sería una tremenda pena y desgracia y lástima para servidor-, que al menos no quede que con los mismos, al igual que con mis escritos en prosa (narraciones, artículos, ensayos, diarios íntimos...), siempre me propongo tomarme muy en serio la siguiente exhortación de san Pablo, el Apóstol de los gentiles: “Ay de mí si no evangelizara”.

Pues esto mismo: deseo evangelizar con mis inevitablemente modestos escritos tratando de crear al menos algo, un poco siquiera, de belleza literaria capaz de suscitar gozo estético en el lector. ¡Evangelizar, en el ojo del huracán, esto es, en la vorágine de una literatura actual que es abrumadoramente paganizante, nihilista, solipsista, postmoderna, decadente, escéptica, secularizada y descristianizada a tope! Y en el ojo del huracán de este mundo enfangado en las tenebrosas aguas de la Gran Apostasía profetizada. Hoy día la Iglesia vive su gran pasión, su terrible tiempo de drama (esto es, probablemente la peor crisis de su bimilenaria historia), y el mundo, insisto, va como a la deriva sumido en las tinieblas del materialismo, el indiferentismo religioso, el paganismo, el consumismo, el individualismo del "sálvese el que pueda y tonto el último", y entretanto heme aquí y ahora con este ramillete lírico titulado Tú eres mi copa: versos que cantan al amor humano y al amor divino, como casi invariablemente acontece en toda mi obra poética: tiempo para Dios, tiempo para el hombre, tiempo para Dios, tiempo para el hombre...

Los sonetillos, salpicados de libertades métricas que los hacen nada clasicistas, son los que siguen; los copio mientras escucho -y medito sobre ello- la programación religiosa de Semana Santa emitida por cierta emisora de radio. Aquí vienen:

XXX

 

                                                                   Lucas XIX, 28-40

 

Es Domingo de Ramos. Por las calles

¡quién celebrara el eco de tus pasos,

dos mil años después! O los detalles

de tu voz, Raboní. O con los pedazos

 

de los peces y el pan, la Eucaristía.

Somos gentes del Libro, ¡ah, Jesús!, pero

más lo somos de Ti: de tu Epifanía

y tu Resurrección, Dios verdadero.

 

Es Domingo de Ramos, mes de abril.

Un grupo de cristianos -atardece-

rendimos homenaje a Iqbal Mashib.

 

Señor, la romería Te enaltece,

¡si lo sé!, solo que la esclavitud infantil,

¡sí, el drama!, cuatrocientos millones... Anochece

 

sobre el mundo una noche rota de paz

y de cristales. 

 

XXXI 

Juan XII, 1-11

 

Lunes Santo. Seis días antes de ir a la Pascua

Jesús va hacia Betania, lugar donde su amado

Lázaro lo invitara a comer. Marta, de un lado

al otro de la casa; María, que es un ascua

 

de amor por su Rabí, con buen perfume de nardo

le ama los pies. María quiere la mejor dote:

ungir al Nazareno; mas Judas Iscariote,

sin duda la peor. Reparando así en su fardo:

 

Vendería el perfume por trescientos denarios...

 

Rabí, ¿te vendería también, yo como Judas,

a traición, o sería la María enamorada?

¿Sería Marta y sus quehaceres varios?

¿Las muchedumbres de judíos rudas?

¿Los fariseos de la ley jurada? 

 

XXXII

Juan XIII, 21-33. 36-38

 

Martes Santo. Jesús, de compungido

por la traición de Judas Iscariote,

repara en sus discípulos: Simón el Zelote,

Santiago, Pedro, Juan, Andrés... Son sus doce amigos.

 

Si no fuera por ellos ¿estarían a la mesa?

Pero ¿y por Judas y por su traición?

Sin el gesto de Judas, ¿la Pasión

no habría sido? Judas, en pos de la promesa

 

para la Redención ¿se autoinmoló?

Autoinmolado Judas, ¿fue la culpa

solo tuya o es que todo estaba escrito?

 

Quién lo hubiera... Yo siento que tu culpa,

Judas, fue la avaricia. Si Él te amó

también entre los suyos, ¿te hiciste tú el maldito? 

 

XXXIII

Juan XXVI, 14-25

 

Miércoles Santo. Judas Iscariote,

¡signarás con un beso tu traición!

Así, de cualquier beso harás que brote,

siglo tras siglo, sombra de traición.

 

Por el precio de compra de un esclavo,

tienes tasado ya al Hijo del hombre.

¡Hazlo pronto, traidor, sin menoscabo

de esa ambición ruin tuya, y que ahora no te asombre!

 

Mas todos somos Judas: las traiciones

suceden en el curso de la vida:

traiciones, más traiciones, negaciones,

 

y un gallo cantará a la amanecida.

La sombra de la horca es alargada.

Señor, del Malo líbranos, líbranos, Señor,

dale de tu agua eterna a mi fatiga,

que Tú eres el camino, la verdad y la vida.

  

Triduo Pascual

Juan XIII, 1-15. Juan XZVIII, 1-19, 1-42. Juan XX, 1-9

 

Fraternidad que se hace Eucaristía,

la instituiste en tu Jueves de Pasión.

Dios, ¿por qué el desamor de cada día

prefiero y no el pan de tu comunión?

 

Es Viernes Santo de tu sepultura,

¡quiénes creyeran tu Resurrección!

Es tu Pascua florida. Y la amargura

¡quién la volviera flor del corazón!

 

Sábado Santo. El mundo se prepara

para la insurrección de los sentidos;

también a esa pasión yo me llegara...

 

Pero es Domingo en tu Resurrección:

¡triunfo sobre la muerte y los olvidos!,

¡triunfo sobre el pecado y los sentidos!

(*)  Profesor de Humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.