El enigma Melchior: ¿debe o no seguir al frente de Puertos de Tenerife? (III)

Sherlock Holmes de Anaga (*)

El segundo episodio de esta  investigación sobre el que fue presidente del Cabildo de Tenerife, Ricardo Melchior, terminaba de la siguiente manera: “me ha tomado un tiempo compilar comentarios y ordenar por fechas.  A la conclusión llegaremos juntos más adelante. Reviso material desde 2003 hasta la actualidad y encuentro historias, en algunos casos alarmantes, con nombres y apellidos de personajes públicos, trabajadores del Cabildo, que recuerdan mucho a comentarios que he leído recientemente, referidos a la etapa actual de Melchior.  Vislumbro la senda a seguir”…

En esta tercera entrega que ahora comienzo, expongo reveladoras referencias, rescatadas de diferentes publicaciones y seleccionadas por sus similitudes entre si.

Comenzamos:

La que fue consejera de Turismo y Paisaje del Cabildo Insular de Tenerife durante los años 1993-2003 anunció en la prensa en 2003, que los desencuentros con Ricardo Melchior le llevaban a abandonar la corporación, constatando que “no existe química, física, ni nada gaseoso que pueda reconducir sus relaciones con Ricardo Melchior, el presidente de la corporación”.  No se soportan, se informaba en este medio.  Es de todos conocido la mala relación entre ambos personajes. El reportaje continúa añadiendo que  el rechazo de la consejera por su Presidente era tal, que ambos pasaron sin hablarse varios meses de los que trabajaron juntos.

El segundo caso que deseo compartir, es similar al anterior.  También mujer, también  colaboradora estrecha del entonces Presidente del Cabildo de Tenerife, en esta ocasión como  consejera de Cultura y Patrimonio Histórico en la corporación insular.  Esta conocida política mantiene un blog personal en el que en ocasiones menciona a nuestro protagonista.  En 2009 publicó un artículo titulado “Sobre la tan supuesta credibilidad de las canas”, en donde arremete contra él, aunque cuidándose de nombrarlo con nombre y apellidos.

En el citado artículo, la entonces diputada nacionalista realiza una disertación “sobre cómo engañan a veces las canas y qué cosas ocultan” y escribe que hoy pude ver en un periódico de Tenerife a un señor con muchas canas y mucha responsabilidad, exigiendo cual niño inmaduro algo así como, si no me dan lo que quiero me enfado y me voy. En clara referencia a las declaraciones realizadas por Melchior acerca de la gestión del Parque Nacional del Teide, en las que amenazaba con retirarse si el Cabildo no lograba su gestión.

Esta misma señora, conocida por haber desempeñado numerosos cargos públicos de responsabilidad, años más tarde relata en una emisora de radio lo que le había tocado sufrir durante sus días de consejera insular de Cultura, bajo el mando del presidente cabildicio, Melchior, que la relación profesional con este señor, había resultado una decepción total.

Un popular medio escrito de la isla comenta que no es baladí que una consejera del Cabildo, para más señas integrada en su día en el grupo de gobierno presidido por el propio Melchior, hable de acoso en el sentido de dejarla políticamente sin competencias; no es superficial que emplee el término de maltrato para referirse a algunas conductas. ¿Qué haces? ¿Denuncias por mobbing siendo consejera?, se lamenta la afectada.

En su blog personal, la aludida consejera, que fue después Diputada, publicó por aquella fecha: “¿Es su jefe un psicópata? Estos son algunos de los signos delatores: son superficialmente encantadores, se creen los mejores, no tienen metas específicas, mienten fácilmente, no sienten remordimiento, sus afectos no son profundos, son fríos, inconsiderados y despectivos, sólo ayudan cuando les conviene, son irritables, se enfurecen a menudo y son impacientes e impulsivos”. ¿Les suena de algo?

De mi próxima referencia se acordarán.  En junio de 2011 falleció la ex acaldesa de Gúimar y consejera de Carreteras y Vivienda en el Cabildo. Otra vez mujer, otra vez consejera de la Corporación Insular durante la presidencia de Ricardo.

La fallecida, antes de de su muerte, escribió  un documento  dirigido al presidente de la institución. La carta fue publicada por el periódico El Día y por ABC y relata intentos de prevaricación a la hora de contratar obras que fueron ejecutadas con dudosa legalidad y sin expedientes y denuncia un trato terrible como trabajadora. Reproduzco a continuación algunas partes relevantes del documento:

....Yo le acuso, señor presidente, de maltratar psicológicamente a personas honorables, a consejeros, funcionarios absolutamente honestos que se dejan su pellejo en la corporación.

Cuando asumí mi tarea en el Cabildo como consejera de Carreteras no pude mover un ladrillo. El servicio estaba hipotecado desde la época anterior. Me encuentro con una deuda por obras de emergencia que no me deja margen de actuación.

Obras ejecutadas de dudosa legalidad, sin expedientes. Conservaciones integrales de carreteras que son cuatro empresas, tampoco habían cobrado ese año con el agravante del vencimiento de sus contratos con la corporación.

Yo le acuso, señor presidente, de presionarme para hacer un trabajo que jamás había realizado en 20 años en mi vida política.

Yo le acuso, señor Melchior, de haber aprovechado que yo no estaba presente para sacar a concurso el Plan Especial de Carreteras, por un monto de 27 millones en 51 actuaciones, según la prensa del 8 de mayo. Esperando que sea época preelectoral para sacar a concurso los asfaltos de toda la isla. Estos son los métodos de algunos miembros de Coalición Canaria: quitarle Carreteras al Partido Popular con fines electorales. Y, como usted se lleva mal con casi todos los alcaldes, nombra a una directora insular de su cuerda para que hable con ellos y les cuente lo buenos que son ustedes y lo mala que era yo. Usted, incluso, tuvo la desfachatez de incluir en ese plan proyectos míos.

.... Yo le acuso de hablar de lealtad en la prensa cuando usted no ha sido leal conmigo; es decir, no es leal con nadie. Va a lo suyo, es políticamente egoísta y conmigo ha sido cruel en el trato personal.

Me meten con un calzador, con engaño, a una directora general. Me pareció muy cruel, señor Melchior, y se lo digo con el corazón. Por ella y por mí. Pido mis competencias y se rechaza mi petición; es más, usted se atreve a decirme que hace lo que le da la gana, que para eso es el presidente.

Yo le acuso, señor presidente, de recriminarme mi actitud en una mesa de contratación, relativa a conservación de carreteras, que estaba convocada para el 4 de mayo del 2010 y se aplaza hasta el 17 de ese mismo mes, porque yo vi intereses oscuros de por medio y porque denuncié que no estaban claras las valoraciones. ¿Me lo va a negar aquí, delante de todos, señor Melchior? ¿Me va a negar que me ofreció nombrarme vicepresidenta si yo dejaba Carreteras, porque era una persona molesta para usted en las mesas de contratación?

Yo le acuso, señor Melchior, de mostrar una inmensa cólera cuando desconvoqué una mesa de contratación, a la vista de una baja temeraria de la empresa adjudicataria. Usted me amenazó con quitarme mis competencias si no convocaba de nuevo la mesa en una hora. Y esa mesa olía mal, señor Melchior; muy mal. Por supuesto, no convoqué la mesa hasta que recibí los informes técnicos.

Usted se atrevió, incluso, a llamar a mi marido para decirle que yo estaba loca. ¿A eso le llama usted lealtad y ética, señor presidente? ¿Llama usted ética a pedir a mis compañeros y a mí que solicitemos baja médica hurtándome el derecho que me dieron los votos?

Yo le acuso, señor Melchior, de intentar humillarme. Teníamos una amistad personal, pero usted no pudo soportar que yo rechazara procedimientos por lo menos poco transparentes de algunas empresas que a usted le interesaban que concursaran en las mesas de contratación. Me negó usted el saludo. Los demás consejeros de su partido le imitaron. ¿Por qué, por ser decente, porque estaba loca, por qué? Usted habla en el periódico del valor de la lealtad. ¿Esos son sus baremos, señor Melchior?

Señor presidente, usted tendrá que aprender, muy probablemente, el valor de la amistad y de la honestidad. Deberá usted reciclarse una temporada. Y ahora no me tendrá a mí, ni a mi familia que tanto le hemos apreciado. Porque yo le acuso de haberme perjudicado, a usted y algunos de sus consejeros más próximos.

Yo le acuso de creerse un dios, pero sólo es un diosecillo de barro, con las patas quebradas, precisamente quebradas por la falta de lealtad, que es la virtud que, al parecer, usted más admira. Con usted yo he aprendido a ver la cara negra de la política, la podredumbre de la gestión.

...Yo le acuso, señor presidente, de vulnerar mis derechos personales y políticos…”

Hemos llegado al fin de este tercer episodio que transcribe los sentimientos expresados públicamente por tres señoras que compartieron edificio y responsabilidades políticas con nuestro sujeto de estudio, Ricardo Melchior.

Tres mujeres de reconocida valía critican amén de la gestión, las actitudes de psicópata y el maltrato psicológico y despótico, en el plano personal.  Tres narraciones que, por su fuerza no requieren de explicación, ni comentario adicional.

Quiero resaltar que lo anteriormente expuesto son manifestaciones de aquellas que no han temido expresar sus experiencias en voz alta.  Sin embargo, otros testimonios velados revelan más desencuentros y más afectados por el trato personal cruel de Melchior, durante su etapa presidencial en la corporación insular.  De éstos no puedo dar nombres, pero confío en la veracidad de sus historias debido a la profusión de detalles y especialmente a la coincidencia de argumentos con lo aquí contado.

En definitiva, unos eligieron el camino de la expresión pública y por tanto, de la confrontación.  Otros, sigilosamente se echaron hacia un lado, por no batallar. Hoy lo cuentan, en voz baja.  Cada uno elige su camino. Todos respetables. Ninguno censurable.

Sigo con ello y sigo informando

(*) Detective frustrado pero insistente