Atascos en la autopista del Norte: hay que acorralar al rector

Emilio  de Fez Marrero (*)

Basta con que en la Universidad de la Laguna se inicien las clases a las diez de la mañana para resolver el 90% del problema de los desplazamientos matutinos desde el Norte de Tenerife al Aeropuerto de Los Rodeos, a La Laguna, a los Campus universitarios y a Santa Cruz de Tenerife. Entre el 15 de junio y el 15 de septiembre lo normal es tardar 25 minutos desde La Orotava a Los Rodeos,  y 30 a Santa Cruz. Durante el período lectivo de la ULL lo normal es tardar el triple, con suerte.

Es mendaz la excusa del rector, Martinón, que ha declarado que “es inviable comenzar a las diez porque hay muchas facultades con turno de mañana y tarde y chocarían sus horarios”. Como otras excusas previas del rector, y como las que lleva camino de añadir en el futuro, su argumento es banal: basta que las clases de ambos turnos sean de 50 minutos en vez de 55 minutos para cuadrar los horarios sin que se superpongan.

En situaciones excepcionales hay que tomar medidas excepcionales. En consecuencia, todos los políticos electos (singularmente Fernando Clavijo y Carlos Alonso, secundados y si es preciso azuzados por los alcaldes del Norte de la Isla) deben apretar las tuercas al rector y a todos los órganos de gobierno de la ULL y de todas las facultades. La excesiva “cortesía institucional” lleva décadas traicionando a los ciudadanos. El diálogo siempre es deseable pero el rector al cerrarse en banda lo ha dinamitado y no deja otra salida que el conflicto.

Los políticos electos deben presionar a la ULL con medidas como las que siguen:

Declarar una situación de excepción en virtud de la cual el gobierno de Canarias avoque (es decir, retire, asuma y ejerza) las actuales competencias de la ULL para fijar los horarios.

Congelar todas las partidas actuales o previstas de cualquier género –excepto el abono de los sueldos- a todas las facultades y escuelas universitarias que prosigan con actividades lectivas antes de las diez de la mañana.

Retener con carácter indefinido el 30% del sueldo mensual de todo el personal de las facultades y escuelas universitarias que no atiendan la petición de iniciar las clases a las diez de la mañana.

Como estímulo positivo, bonificar con una única entrega de 2.000 euros lineales a todo el personal de las facultades y escuelas universitarias que acuerden y se comprometan a fijar en las diez de la mañana el inicio de sus clases durante los próximos siete años. El montante global de esta bonificación es irrisorio en comparación con los ingentes costes que implicaría embarcarse en obras faraónicas que, modificando el horario universitario, pasarían a ser innecesarias.

La ciudadanía debe colaborar expresándose masivamente (la reciente iniciativa en change.org es, aunque insuficiente, un ejemplo a seguir)  para arrinconar a aquellos jerarcas y profesores universitarios que sólo defienden intereses comodones y gremiales con total insensibilidad ante los problemas de la sociedad que les paga.

Hay momentos en la vida en que ser moderado es una grave inmoderación. Una cobardía.

Los estudiantes de la ULL que residen en el Norte de la Isla están hartos de cobardías, de melindres y de pasteleos.

Lo están las miles de personas que viven en el Norte y trabajan en el área metropolitana.

Lo están  quienes han perdido y llevan camino de seguir perdiendo aviones y pagar elevadas tarifas para salir en el siguiente vuelo, eso si es que hay plazas.

La paz social es un bien inapreciable. El gremialismo de las instituciones de la ULL y la inacción del Cabildo de Tenerife y del Gobierno de Canarias están llevando las cosas al límite.

Los señores Clavijo, Alonso y Martinón deberían fijar su residencia en el Norte de Tenerife durante un mes para que se enteren de una vez por qué tanta gente pacífica podría en cualquier momento dejar de serlo.

(*) Articulista