Cuando el patriotismo es un delito

Ángel Rafael Lombardi Boscán (*)

El patriotismo para los servicios secretos de los Estados Unidos bajo los designios de la CIA termina siendo la más vil corrupción. ‘Barry Seal’ con un simpático y caricaturesco Tom Cruise, porque ‘Barry Seal’, quienes la hicieron, se la gozan, porque es la crónica de un exceso de tropelías orgiásticas de un poder imperial que hace que las instituciones democráticas, en la mayoría de los casos, sólo sea un saludo a la bandera. Sí eso ocurre en los Estados Unidos, la sociedad que se jacta de vivir de acuerdo al “imperio de las leyes” y la institucionalidad más avanzada con su separación de poderes y el escrutinio de los electores, que podremos esperar de sociedades embrionarias, desarregladas y permisivas como las centroamericanas y las de América del Sur.

‘Barry Seal’ es una muy buena clase de historia contemporánea sobre la política exterior de los Estados Unidos en el contexto final de la Guerra Fría (1947-1991) y su lucha contra la amenaza comunista mundial en el escenario centroamericano y del Caribe, es decir, la llamada frontera del Sur. El que quiera profundizar sobre ésta podredumbre a través de una presentación nada jactanciosa y senatorial sólo tiene que leer el magnífico: ‘La Arrogancia del Poder’ (1976) de William S. Fullbright. El claroscuro delinea a la Democracia Imperial (Octavio Paz) que es el Tío Sam en un permanente desdoblamiento; la paradoja de un sistema lustroso defensor de los valores del mundo libre utilizando los medios de una mafia sin remordimientos en producir actos delictivos soterrados. Todo vale cuando se trata del patriotismo, o mejor dicho, de una autoestima nacional rellenada por mitos como el del Destino Manifiesto o creerse que de verdad sé es Dios en la tierra como árbitro de una Pax Americana emulando a otra igual de bárbara y criminal en el mundo antiguo la: Pax Romana.

Ronald Reagan, el actor de cine mediocre que llegó a la Presidencia, es un súper dotado al lado de Donald Trump, el conductor de realitys shows ostentosos y vulgares. En realidad, estos gobernantes son prisioneros de un establishment donde la política se confabula con los negocios y los negocios con una criminalidad bajo las sombras pero que sirve para los fines geopolíticos de salvaguardar los intereses más diversos cercanos a una política exterior agresiva y abusiva. No hay amistades entre los países, ni siquiera entre los socios de un lucrativo negocio, lo que hay son intereses inflamados por la abundancia del dinero mal habido. ¿Qué fortuna que no sea una herencia es completamente construida desde la honradez? Pocas, en realidad, muy pocas.

‘Barry Seal’ desnuda toda la hipocresía de los servicios secretos y agencias de seguridad cuyo rasero es doble. Hay una escena de la película que lo dice todo: cuando éste intrépido y aventurero aviador, en realidad, un mercenario, es detenido in fraganti por contrabandear armas, droga y blanquear dinero, y sabiéndose intocable, sólo espera que desde la Casa Blanca le den la orden a sus captores para que lo suelten de inmediato. Cuando el Poder se manifiesta desde las catacumbas la ingenua ciudadanía vive vidas ausentes creyéndose la propaganda oficial nacionalista o patriótica. Ayer fue el caso ‘Irán-Contras’ hoy lo es la trama rusa y su influencia en las últimas elecciones ganadas muy sospechosamente por el impresentable Trump.

En lo que nos toca a nosotros, ‘patio trasero’ y desagüe de las aguas sucias del atolondrado ‘sueño americano’ el asunto es mucho peor, diríamos que demencial. Carteles de la droga que le declaran la guerra tanto al Estado como a la misma sociedad.

Criminales como Pablo Escobar y el “Chapo” Guzmán que cuando son detenidos se hacen ellos mismos las cárceles donde van a ser recluidos, auténticos hoteles cinco estrellas como nuestro Tocorón en Aragua. Y es que al estilo del dictador Noriega y hasta el mismo Fidel Castro nadie sabe a ciencia cierta para quien o quienes en realidad trabajan. Noriega fue agente de la CIA, y Castro, un anti imperialista consumado, amparó en su isla a otro imperio como lo fue la Unión Soviética.

Cuando hay mucho dinero en el marco de instituciones de papel, ese dinero bajo el impulso de la codicia termina moviendo las más férreas voluntades castas e ingenuas. El mismo personaje al que hace vida Tom Cruise, aparentemente verídico, es un tonto nuevo rico incapaz de asustarse hasta los huesos por estar tratando con el mismo Diablo.

Al final, ya sabemos, que el crimen no paga pero mientras dura, los goces son parecidos a una habitación en el Paraíso. La cita ésta de Marcos, 8:36 en la Biblia me gusta mucho: “Pues, ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma?”.

(*) Director del centro de estudios históricos ‘Luz’