La desidia y abandono de los yacimientos de Tenerife

Jorge ‘Mencey’ Macro (*)

El estado de los yacimientos nativos en la isla de Tenerife es lamentable. Les voy a hablar de tres yacimientos en concreto que no solo tienen un innegable valor arqueológico, cultural e histórico, sino que también podrían ser, o haber sido, un atractivo turístico importante. No es que quiera hacer negocio con los yacimientos, pero desgraciadamente algunos es el único idioma que conocen.

El primero de los yacimientos es quizás el más conocido por el público. Me refiero a las Cuevas de Tamaide en Santa Ursula, también llamada Cueva del Rey o de los Siete Palacios, consideradas por la tradición oral como la residencia de verano del mencey Benchomo. 

La cueva principal consta de tres alojamientos, comunicados internamente por un estrecho pasadizo. Una de estas dependencias está formada por dos salas ampliamente abiertas al exterior, como grandes ventanales hacia el valle, de unos tres metros de profundidad y 2’5 de alto ambas, por 6 y 8 metros de anchura, respectivamente. Declarado en 1986 Monumento Histórico Artístico, convertido en corral de cabras, su estado de abandono  31 años después es lamentable.

La morada del mencey que infringió en Acentejo la mayor derrota al ejército español en su historia (solo superada por el desastre de Annual en 1921) es algo de indudable valor histórico y turístico aunque quizás no del todo agradable ni para los apellidos ilustres de la isla ni para Capitanía General.

El segundo de los yacimientos es la montaña de Aregume, Arume o Aregüeme situada en el municipio de los Silos. En esta montaña se encontraba posiblemente un granero colectivo escavado en la tosca roja, de ahí el nombre del municipio ‘Los silos’. Pero la destrucción del yacimiento es lamentable, en parte por la desidia de las autoridades y en parte por la ignorancia del pueblo. Alrededor de la montaña surgió un barrio de autoconstrucción conocido por ‘Los Apurados’. En sus laderas, hoy llenas de tuneras, existen varios vestigios arqueológicos algunos de ellos quizás ya sepultados por las casas o la desidia.

Desgraciadamente algunas de las cuevas-graneros-silos se derrumbaron bajo el peso de los tractores. En otras han construido un enorme aljibe de cemento, desconozco si bajo licencia municipal o no. Otras de las cuevas han sido ocupadas por okupas/hippies en una vivienda abandonada. Otra vivienda abandonada cerca de la cima seguramente destruyo otra cueva que había, o al menos así parece. Además especies vegetales invasoras como el rabo de gato, acacias y algunas cactáceas están empezando a proliferar por la zona, destruyendo aún más los restos arqueológicos.

El yacimiento se compone de tres conjuntos de cuevas, uno ya desaparecido, el que está en la cima de la montaña y otro que ocupa actualmente una casa y de la que sobreviven dos cuevas amplias y profundas. Las vistas desde la cima de la montaña también son espectaculares.

Este granero colectivo de los antiguos podría haber constituido incluso un atractivo turístico ya que es lo más parecido que yo conozco en Tenerife al Cenobio de Valerón en Gran Canaria.

El tercero de los yacimientos de los que le voy a hablar no solo tiene un valor histórico, arqueológico y cultural sino también natural. Los bucios de Buzanada eran una serie de tubos volcánicos subterráneos que son el origen del nombre del pueblo en el sur de Tenerife, cerca del Valle de San Lorenzo en Arona.

Estos tubos volcánicos eran aprovechados desde la época nativa, y aunque llevan décadas cerrados, los vecinos cuentan que en su interior habían ‘pintadas’ es decir grabados rupestres, además de diferentes cuevas, mesas y sillas labradas en la roca. Estos túneles volcánicos perviven en el imaginario colectivo a través de cuentos y leyendas. Los vecinos se reunían en ellos los días de mucho calor, a jugar a las cartas, a coser ‘rosas’, a ‘hacer cuentos’, mientras que los niños y jóvenes los recorrían como área de juegos.

Existían al menos tres de estos túneles, quizás más. A lo largo de los diferentes túneles habían diferentes bóvedas a las que los vecinos llamaban ‘cámaras’ y cada una de ellas tenía un nombre. Sus alturas eran desiguales, en algunos tramos avanzaban agachados y en otros hay bóvedas impresionantes en las que cabrían casas de dos o más pisos. Además, entre los encantos de los bucios, los viejos del lugar destacan sus estalactitas.  

Esto indudablemente nos recuerda tanto a las Cuevas del Dra en Mallorca como a los Centros Turísticos de Lanzarote, y más concretamente la Cueva de los Verdes. Estamos ante algo que como hemos dicho no solo tiene valor arqueológico, cultural y etnográfico sino también indudables valores naturales.

Desgraciadamente este yacimiento está parcialmente destruido, por una parte los cimientos de algunos edificios han dañado el patrimonio y obstruyen ciertos tramos de los bucios, y por otra parte también terminaron convertidos en las cloacas de numerosas casas del pueblo. 

Pero aunque la mayoría de la población de Buzanada cree que los bucios son irrecuperables no es así. Los bucios podrían ser recuperados, al menos en parte, según los expertos. 

Teniendo en cuenta que alrededor de Buzanada existen varias estaciones de grabados rupestres, el atractivo de recuperar el área y realizar no solo un museo o visitas guiadas a los yacimientos rupestres dentro y fuera de los bucios, el acondicionamiento de algunas de las bóvedas-cámaras para conciertos o actividades como las que se realizan en Lanzarote en la Cueva de los Verdes-Los Jameos del Agua, es de un atractivo indudable, reconciliando a la población del pueblo y de la isla en general con su historia además de generar una interesante actividad económica asociada a ello.

(*) Articulista y economista soberanista