La casa común que es Telde, empieza a ver la luz en su interior...

Ángel Rivero (*)

En política, como en tantos órdenes de la vida, existen diferentes formas de marcar el ritmo, de dejar muestra del paso por este mundo: una, muy habitual por desgracia, consiste en “maquillar la realidad”. En centrarse en actuaciones pequeñas, vacías, de cara a la galería, pero que hacen creer a los ciudadanos que se está “trabajando” por ellos. A veces, con grandes titulares llenos de promesas que jamás se cumplen, otras con pequeñas acciones de “maquillaje” que modifiquen la apariencia de un Municipio, una Comunidad o el propio Estado, pero que dejen sin tocar el auténtico fondo, la raíz del problema, aunque el estado real de las cosas siga empeorando. Como dejando la basura debajo de las alfombras, o pintando la fachada mientras el interior se cae a cachos...

Otra forma, menos habitual, pero más comprometida, consiste en empezar por barrer lo acumulado debajo de las alfombras durante pésimas legislaturas, en arreglar las tuberías, sanear el equipamiento eléctrico, reparar fallos estructurales y asegurar el correcto estado de la vivienda para sus habitantes dejando lo superfluo, como la pintura de la fachada, para el final. Algo así es lo que se está haciendo en Telde...

Tras años de desidia y abandono, donde la salud financiera del Municipio se resquebrajaba mientras se ocultaban las cuentas reales a la ciudadanía, donde la deuda subía sin cesar debido a mala gestión, a ausencia de defensa jurídica de la Institución, a meterlo todo en los cajones para que “el que venga detrás lo arregle”, ahora se afrontan los problemas con entereza y se buscan soluciones. No es baladí que en tan solo 24 meses la deuda viva del Ayuntamiento de Telde se haya reducido en un 16,1%, bajando de los 110,8 millones dejados por la corporación anterior a los 93 millones de ahora mismo...

No es baladí que se haya elaborado un plan de pagos por expropiaciones o de abono a proveedores que está dando excelentes resultados. Que se mantengan reuniones con el ministerio de Hacienda y se haya conseguido salvar al consistorio de ser intervenido. Una intervención que hubiera dejado al Ayuntamiento sin capacidad real de atender las necesidades reales de los ciudadanos, convirtiéndolo en poco más que un centro de “logística” desde donde se gestionasen casi exclusivamente los servicios municipales (agua, alumbrado y poco más) y donde todo lo demás vendría decidido desde el Estado Central, tan alejado de nuestra realidad...

No es baladí que se haya reactivado (otra vez) la concejalía de Urbanismo, auténtico motor del Municipio. Ya había quedado en vía muerta durante el gobierno de triste recuerdo 2003/2007, y terminó por poco menos que fenecer durante el mandato anterior (2011/2015). Ahora se está haciendo una labor clave para generar confianza entre los inversores, para atraer inversión a Telde, que las empresas que hasta hace bien poco huían del Municipio, se sientan atraídas por él...

Cierto es que para la realización de las obras del día a día, la mejora de los espacios públicos, la revalorización del deporte (que tan abandonado había estado los últimos años), la recuperación de la actividad cultural y demás actividades se está teniendo que recurrir a colaboración externa, tanto del Cabildo de la isla, como de los Gobiernos canario y central (ya sabemos cómo están nuestras arcas), pero acaso ¿no es su obligación también?. Si bien los gobiernos municipales presididos por el PP se limitaban a “agachar la cabeza”, el actual ha retomado, como en tiempos pasados, el sentimiento de “obligación” de buscar apoyos, dineros e implicación para con el Municipio haya donde sea posible siempre en beneficio de los ciudadanos de Telde en un claro ejercicio de responsabilidad...

Queda mucho por hacer, desde luego (estamos a mitad de Legislatura), pero si las cosas se mantienen a buen ritmo, el cambio, que ya empieza a dar resultados a nivel estructural, será visible también a todos los niveles en breve.

La casa común para los vecinos que es Telde ya no está a oscuras. Empieza a tener bombillas, a tener ventanas abiertas a la esperanza, a verse la luz, en definitiva...

(*) Articulista