Carta abierta de una madre Tinerfeña a los responsables públicos de buena voluntad

María Ramos (*)

En primer lugar, doy gracias porque mi hija es una niña sana y feliz, que siempre anda jugando y corriendo, que habla y sonríe con frecuencia. Lo aclaro porque este artículo no pretende ser victimista ni dramático, pero sí creo que es necesario poner de manifiesto lo que a continuación relato, por una cuestión de valores y principios, porque cada vez que callamos somos cómplices y tenemos la responsabilidad de hacernos visibles.

El pasado 27 de octubre tuvo una pequeña crisis de cefalea intensa con otros síntomas, que incluyó pérdida de conocimiento, razón por la que estuvo en observación en el HUC durante unas doce horas. Al alta se nos indica que puede ser puntual y queda no específico, es decir, sin concretar la causa. Si se repite debemos acudir a urgencias y deben derivarla a especialista. El día 10 de noviembre los síntomas se repiten y acudimos a urgencias.

Sin ánimo de aburrirles con los detalles burocráticos del sistema, Chloe es derivada a neurología pediátrica, en cuyo servicio del HUC no había cobertura por razón personal de la neuróloga (que por supuesto no es responsable de la falta de cobertura de su situación personal), así que le asignan el 30 de junio para una primera valoración. Su pediatra de centro de salud intenta adelantar una resonancia magnética desde el 25 de noviembre en el HUC, nosotros solicitamos a nuestros amigos contacto de neurología privada a la que acudimos el 28 de noviembre. La neuróloga nos transmite tranquilidad, espera que por descarte diagnostiquen unas migrañas, lo que nos alivia, sin embargo, considera que por sus antecedentes y por ser una niña de dos años es necesaria una prueba de resonancia magnética, tal y como ya consideró la pediatra. De hecho, nos dice que si no la atienden en el HUC debemos acudir a Hospiten que también presta servicio. Sus palabras son hay que preocuparse, no alarmarse, pero sí preocuparse y no relajarse.

Bien, en el HUC se desatiende la solicitud de pediatría porque la competencia para la prueba es de especialidades, en especialidades, además tampoco ha recibido la cita para dermatología, quienes también podrían solicitarla por los antecedentes de la niña. El 5 de diciembre desde el HUC nos dicen que no pueden hacer nada por ahora, que no pueden dar curso a la solicitud. Así que contactamos con la empresa IMETISA que hace las Resonancias magnéticas y que muy amablemente nos lo pueden hacer pagando (sobre 500 euros) pero la agenda ya está para el 28 de diciembre.

Esa semana son puentes, así que hasta el 13 de diciembre no consigo concertar con Hospiten Rambla la prueba, quienes me fijan el 15 de diciembre para realizarla, por privado.

Bien, hasta aquí todo el mundo ha sido muy amable y comprensivo, actuando dentro de sus capacidades de gestión con la realidad del sistema de salud que tenemos, puedo dar las gracias porque todos han sido profesionales y son gente que hacen más de lo que pueden.

Eso no quita para que llamemos un poco la atención de quienes gestionan y planifican los servicios, quienes burocratizan la salud, sin aplicación de criterios sanitarios, que son los únicos que deberían determinar cuándo una agenda se adelanta o se pospone.

Ahora vamos a por la segunda parte, la madre de Chloe es autónoma, el día 13 revisa su agenda y coincide que tiene una audiencia en el Juzgado de lo Social número 6 de Santa Cruz de Tenerife, en el que tiene atascado un expediente por diferencias de la letrada (funcionaria pública). Desde el día 13, aplicando el procedimiento formal, comunica que no puede asistir, de hecho, se presenta el día 14 en persona para asegurarse qué consta. La funcionaria me ha negado el derecho a comparecencia personal y no ha recogido mi solicitud, diciendo que no sabía de qué le hablaba, tras yo haber confirmado con dos funcionarias que sí tenía constancia, ha procedido a echarme del despacho y marcharse al baño para no recoger la solicitud.

Me han suspendido vistas el mismo día estando ya en el Juzgado por cosas como que mi compañero abogado de la otra parte tuviese un curso, jamás me he opuesto, puesto que todos tenemos circunstancias, he visto suspender vistas por llamadas de teléfono… sin embargo, por motivos personales una funcionaria pública considera que tiene el poder de levantarse y negarme un derecho personal de comparecencia, directamente me echa de su despacho, lo peor es que en realidad a quién pretende negarle un derecho es a mi hija de dos años, que tiene derecho a realizarse esa prueba en su momento, señalada para el día 15 y tiene derecho a que su madre la acompañe, porque es lo mejor para ella. Objetivo y claro.

Cada familia es única, todas tienen sus formas de organizarse y de priorizar, el padre es tan importante como yo, por supuesto está implicado, pero quien ha estado dos años acudiendo a los especialistas con ella he sido yo, razón por la que cuando la persona que realiza la resonancia pregunte sobre la historia clínica necesitaría de mi para responder.

Es la primera vez que salgo del Juzgado, en 12 años, con una falta de respeto y falta de profesionalidad tan despreciable. Así que creo que independientemente de la causa que nos ocupe, es reprochable que una representante del interés general pierda los estribos porque su ego no le permite tratar mi solicitud con la objetividad que le corresponde, es ella quien ocupa un cargo público, yo soy sólo una particular, a la que quien quiere puede contratar y si no gusto pues no, pero hoy, en esa comparecencia era una ciudadana, una persona particular, una madre, solicitando un procedimiento para el que he cumplido con todos los trámites y que ella no tenía derecho a negarme. Su actuación no sólo es reprobable, sino que pone de manifiesto

En un Sistema que se considera democrático, en el que tenemos una estructura de división de poderes, que es la garantía de los derechos individuales no se puede consentir que las diferencias personales que una funcionaria tenga respecto a su opinión de un caso influyan en su gestión, pero mucho menos es aceptable que proceda a negarme el derecho de comparecencia, lo tiene por vía plataforma on line, lo tiene por

fax y me tuvo en persona, pero niega tener conocimiento de mi solicitud y va a proceder mañana como ella considere, algo que hace de mala fe, con un desprecio absoluto por la justica a la que representa, por mi trabajo, por mi persona, pero sobre todo por mi hija, a quién ha negado el derecho es a mi hija, ha pagado con mi hija de dos años la antipatía o el desprecio que tiene hacia mi expediente judicial, del que si hablo empezaría por decir que mañana estoy citada a una Audiencia sin que se me haya dado traslado de la demanda presentada.

Esta persona me ha puesto en la situación de indefensión, como si fuera un juguete, como si tuviese que elegir, entre mi trabajo y mi hija, como si ya no tuviésemos bastante las mujeres profesionales con las dificultades de conciliación y el respeto social a nuestra labor, que siempre tenemos que estar omitiendo cualquier referencia a nuestros hijos porque nos resta parece ser que capacidad de atención.

Bien, pues acorde a mi profesionalidad y seriedad, a los valores y principios que defiendo en mi trabajo, a mi forma de entender la vida, elijo estar con mi hija en su prueba médica, porque objetivamente he cumplido todos y cada uno de los requisitos, he sido diligente, he actuado de forma proactiva y respetuosa, y no estar con mi hija sería reforzar las conductas que no debemos aceptar de ningún mandatario o funcionario público que está al servicio de la ciudadanía. Con lo que hoy ha hecho pone de manifiesto un grave problema de discrecionalidad en un ámbito tan sensible como la justicia, que de por sí tiene sus propias dificultades.

En todo caso, agradezco el trato exquisito, educado y comprensivo que siempre he recibido de los funcionarios de justicia, quienes con todas las dificultades que tienen son grandes profesionales, muy comprometidos, podemos discrepar en cuestiones de fondo, de proceso o de un caso, no obstante siempre han sido correctos, en especial hoy a las funcionarias del Social número 6 que fueron muy muy atentas, es la primera vez que lloro de impotencia, hoy no era abogada, no representaba a nadie, era una persona, asustada, con incertidumbres, con dudas, que quiere que le digan que todo está bien.

A quienes confunden la responsabilidad con poder personal de machar a los que se resisten, disculpen, pero no cuenten conmigo, no voy a ser cómplice. Su deber es ser objetiva, aplicar el procedimiento y aparcar sus opiniones personales.

No soy yo la que se tiene de avergonzar de su conducta de hoy, ni de haber llorado, ni de mostrarme frágil. Hoy sólo era una madre de una niña de dos años, sana, que necesita despejar los miedos para seguir adelante, que necesita un diagnóstico para saber qué hacer. Hoy sólo era una persona, nada más y nada menos.

(*) Madre tinerfeña