La conjura de los necios: el expediente disciplinario contra el alcalde de Arona ya tiene un final claro, aunque alegue lo que alegue: a la puta calle

Sorprende que Manuel Fajardo, reputado político y jurista se preste a esta ‘cacicada’

EDDC.NET / Santa Cruz de Tenerife

Hasta el día de hoy la historia la ha escrito un solo bando, una sola trinchera. La de los que quieren al alcalde, que mejor ha ganado unas elecciones en la historia política de Arona y que ha superado a todos los que se han presentado, lo decimos, a todos, tanto los que ganaron antes que él como a los que se presentaron por otros partidos, fuera del Ayuntamiento, fuera de la vida política y si nos apuran hasta fuera del municipio.

Una historia llena de falacias, mentiras, medias verdades y sobre todo, por encima de todo, insistimos, una historia fabricada por mentes perversas, retorcidas, esas que han definido y marcado a la clase política y que tanto rechazo ha generado y genera. Esa vieja política, la de los conspiradores, los que buscan resultados al precio que sea, o mejor, como escribía Maquiavelo a los príncipes de su tiempo, aquí y ahora (en el Ayuntamiento aronero y fuera de él) los hay igual de despiadados, mendaces y asquerosamente corruptos: “el fin justifica los medios”.

Mena, un Rousseau rural, lleno de buenas voluntades y buenismo derrochado y derrochador, articuló en torno de sí a un equipo que le funcionó en la primera legislatura, porque vivían él y los suyos en un pacto, donde el enemigo o mejor el conflicto no era la oposición, sino aquel y ya lejano socio de gobierno, encarnado en un diablo de Cabo Blanco, llamado José Antonio Reverón.

Tras la gran victoria, insólita, inédita, avasalladora, se encontraron solos en el camino. Los que estaban al lado de Mena se pusieron manos a la obra. Uno de ellos por encima de todos, un príncipe ruso pero de Valle San Lorenzo, un ‘Aliosha’, igual de bueno y angelical que Mena, pero más tortuoso, más malvado, más maquinador: Luis ‘Mesías’ García. El edil de Urbanismo.

García sucumbió al lado oscuro. Tras cuatros años, mordió el cuello de la sangre de lo que esconde el PGO y se convirtió al bando de los no muertos, empresarios voraces que quieren sangre, siempre fresca, siempre recalificada. Esa alianza nocturna atrapó a Luis García y lo llevo a los senderos del Averno, donde no pudo, ni quiso estar el alcalde, Mena, que aunque no vio el mal, sino cuando era demasiado tarde, echó mano de los Van Helsing que tenía a mano, a los que han crujido desde todos los lados del ataúd viviente y mandó a Luis García a donde tiene que estar: en la cripta de su propio infierno.

La caída de Luis llevó a los que siempre han estado ahí a su lado, los que quieren lo mismo que él, estar sometidos al poder de la oscuridad a alzarse en armas y a disparar a Mena y a los suyos. La jugada se gestó como hacen los vampiros en la cueva de El Mojón y desde allí, tres de los no muertos se presentaron en Fiscalía.

Ya tenían la estaca y el ajo con el que matar a Mena. Y esa historia la llevaron a Santa Cruz, pero también a Las Palmas. El apoyo de los que los lanzan a la batalla, pero se ocultan en las sombras fue decisivo. ¿Creen ustedes que acceder a Ángel Víctor se consigue tan fácilmente, sino les abre camino una alfombra empresarial? Ese acceso, apoyado por antiguas compañeras, ávidas de estar en la pasarela y sus amigas, cercanas al presidente y secretario regional hicieron el resto.

Y les compraron la historia. Una historia aderezada por empresarios y aliados insospechados que les cogieron medios ya dispuestos por variados intereses, pero especialmente uno que es el que elaboró esa historia oficial de Mena, malvado alcalde, preso de Van Helsing y de Jonathan Harker, que mató al Manolete del urbanismo y a los que éste protegía.

Esa historia oficial que no resiste un escrutinio intenso es sobre la que se sustenta el expediente disciplinario de Mena al que se ha unido el de Luis García, del que por cierto no se sabe porque se le abrió, porque se le quiere expulsar y porque además éste no entrega el acta, ni harto. Una historia prefabricada, pero que sirve ya a intereses claros y concretos, volver a la Arona de siempre, la que tanto costó sortear. Y para esa Arona, Mena no sirve. Ya tienen recambio. Una mujer, más dúctil, más dispuesta a ese lado oscuro y permeable a eso que Mena no quiere a su lado.

Y todo se ha ido articulando, primero de manera desorganizada, pero luego se ha ido afinando, se ha ido construyendo con más cuidado, donde los verdaderos promotores se ocultan en las sombras y sus actores realizan los papeles asignados: un presidente ajeno, pero pendiente a través de su secretario de organización y sus aliadas, luego un secretario general que sólo quiere su silla y que deja que maten a su compañero, por no tener conflictos y luego los auxiliares administrativos en el partido, en los medios de comunicación y dentro del Ayuntamiento. Luego la gran pantomima, una Gestora ya escorada, ya dispuesta, en el mismo camino que les han dibujado este cruel escenario. Ah se nos olvida en toda esta maquinaría, un gran actor: el sublime Papa Negro, el Nigromante sureño, el más poderoso que anida en estos lares, que detesta que otro brille más que él. Se revuelve en su trono oscuro, pero sin que nadie le diga que tiene que ver con todo esto, pero que sin él, nada sería posible. Su boca negra ya lo dejo claro, mientras Arona se hunde, en mi campo crecen las flores de los que alimentan a los no muertos, los empresarios, si los empresarios.

Mena está ya condenado ab initio. Sorprende el camino que se ha tomado, que le ha dado tiempo, pero se le está acabando. 21 días que no 21 gramos. Dicen que es la cuenta atrás, para su salida del poder y la entrada de los rebeldes en su ansiado despacho, sofá negro incluido, apoyados por quienes jamás le han ganado la contienda en las urnas al joven alcalde.

Y sorprende que alguien tan serio, tan preparado y tan poco dado a estos amarres, el senador Manuel Fajardo se preste a todo esto, permita que su instrucción sea parte de este decorado, de esta historia ya escrita con  un guión claro.

Pero queda la verdad, la clara verdad, que está ahí, que cuando salga derribará toda esta tramoya, tan dañina, tan poco democrática. La caída de Mena, si se da, supondría la caída del buen socialismo, de lo que quieren las bases, lo que pide la sociedad y que ahora tiene en Arona un frente de una batalla que ya desde Sinuhé el egipcio atormenta a todos los hombres de buena voluntad: que los poderosos manden, los políticos les obedezcan y que al final los pobres les voten para que nada cambie.

Ah y como es lógico en todas estas historias hay un loco sagrado, un poseído, uno que berrea en las calles, que pone tenso al mundo. Su papel es claro. Las viejas chillonas que antes de la batalla ya lo anuncian todo y que sirven a quienes lo desprecian, hablan  mal de él y de ellas y que huyen cuando lo ven y las ven: Cruz perro y perras maldito/as. Y sí, también lo tenemos y lo sufrimos en Arona, como ya les venimos diciendo: es la misma historia de siempre: aquí murieron tres romanos (rebeldes) y cuatro cartagineses (menistas).