La guerra de ‘gatas’ paraliza el Ayuntamiento de Güímar y evidencia la nefasta gestión política de la alcaldesa del PP, Carmen Luisa Castro y su asesor ‘demoníaco’

La secretaria y la interventora están protagonizando un lamentable espectáculo

El Gallo Tapado / Santa Cruz de Tenerife

Decía el Génesis: “Fiat Lux”, Hágase la Luz y la Luz se hizo. Pero este mandato divino se ha quedado sin efecto en el municipio de Güímar, en el que desde que llegó Carmen Luisa Castro al poder está sumido en las más profundas tinieblas, pobladas por todo tipo de monstruos mitológicos, aunque tengan forma humana, entre los que destaca el Demogorgon, una criatura maléfica, políticamente hablando, que decidió vivir entre los mortales, encarnado como personal de confianza, mano derecha, izquierda y lo que haga falta de la líder popular, que esconde todos sus enormes complejos y otras cosas, escudada en la soberbia de quien entiende la política como un cortijo andaluz.

Otros más simplones afirman que el Ayuntamiento ha sido invadido por una plaga de magos y magas peludos, con distintas capas de vello, a cual, más disparatado y que en realidad el nivel es tan bajo, tan mediocre, que no dan para más y que la cosa no tiene remedio, por mucho que se esfuerce la oposición.

Sin embargo antes de entrar en materia hay que dejar claro que el máximo responsable de todo esto, no son los protagonistas de este patético sainete pueblerino, sino los dos concejales de Si Se Puede, que se niegan a desbancar a la alcaldesa con una más que saludable moción de censura y que se limitan a salir en los medios, denuncia que te pegó e ir a la Fiscalía. Ellos sabrán, pero que los maldigan, siempre políticamente hablando, todos los brujos y brujas del pueblo, que preparan varios hechizos para convertirlos en burros o burras, como proceda, que tal como está la cosa, el burro, claro está,  se está convirtiendo en el animal totémico del municipio y desde aquí ya proponemos que sea incorporado al escudo oficial.

Pero a lo nuestro. Dentro de este Infierno hay dos funcionarias, habilitadas nacionales, que encarnan lo mejor, según la ley y lo peor, de esta situación. De entrada a pesar que ambas son licenciadas en Derecho, el sentido de la justicia o la equidad lo interpretan, según les venga en gana o de acuerdo a sus intereses más o menos inconfesables. La secretaria encarna todo lo ‘chungo’ de aquellas funcionarias y funcionarios (que hay muchos desperdigados por la geografía insular) que se entrometen en el trabajo de los políticos, que se consideran periodistas en sus horas libres y que aprovechando la fatal ignorancia de la alcaldesa, hacen de su capa un sayo. Eso explica que la secretaria no esté ciento por ciento en Güímar, sino que lo comparta con Guía de Isora, donde ya se deja notar su peculiar estilo de gobernarse y gobernar al resto y que interprete la ley como más le convenga y que apriete cuando hay que soltar o soltar cuando hay que atrapar. Y esa actitud es la que paraliza, bloquea y desespera a los políticos municipales. que ven que sus iniciativas se quedan en el despacho de la secretaria, ‘for ever and ever’.

Vamos con la interventora. ¿Es ella la buena de la película? Pues no, ya que ejerce de interventora por acumulación de funciones, por la tarde, ya que es la secretaria del Ayuntamiento de Arafo, donde ejerce, sin piedad, su peculiar tiranía. La pelea con la secretaria, además de eso que vende, de control, de mantener la legalidad, si, está bien, pero no cuenta el porque de esta guerra, que tiene que ver con otras cosas más mediocres, más humanas y que no vamos a contar aquí, pero que son así de mezquinas y denotan que a ambas los que le posee es la misma avidez que el resto de los mortales, sobre todo a fin de mes.

Y es una pena. Los que sufren son los ciudadanos de Güímar, que ven, otra vez, que la maldición tiene efecto: Güímar granará, pero no florecerá. Más que Salvame de Luxe, todos estos necesitan un buen fregado mágico. Cruz, perros malditos.