Sobreviviente de Bruselas: “tengo metralla dentro de mi cuerpo, que no se puede retirar”

Una superviviente de los atentados cuenta su ‘brutal’ experiencia

EDDC.NET / Madrid

El día de los atentados terroristas, ocurridos el 22 de marzo en la capital europea, una joven belga, por primera vez en mucho tiempo, tomó el metro. Pasadas unas estaciones vino el caos. La mujer volvió en sí en la calle, con su rostro lleno de sangre, según ha publicado la agencia de noticias Sputnik Mundo.

Se trata de Orphée, una peluquera, dueña de un pequeño negocio. Antes de encontrarse en medio de los ataques terroristas, que dejaron al menos 31 muertos y 340 heridos, su cónyuge la acercó en coche a la entrada de la estación del metro. Ella le dio un beso a su esposo y a su pequeño hijo.

“Mi hijo me gritó: ‘¡No!'. Él no quería que yo me fuera”, cuenta. Orphée dice que recuerda la gente que estaba junto a ella en el vagón: unas chicas que escuchaban música, un niño que le sonreía a un muchacho. “Recuerdo a una mujer que le preguntó a un hombre si los atentados realmente sucedieron. No sabía de qué estaba hablando”, rememora.

El teléfono de Orphée vibraba mientras el tren viajaba por el túnel. Ella no quería cogerlo ya que tenía miedo de verter su café sobre otro pasajero. Esperaba atender cuando el tren llegara a la estación. Luego de un estruendo que la dejó inconsciente, se recobró cerca de un hotel sentada en la acera. Un hombre junto a Orphée le preguntó si todo estaba bien y le limpió el rostro con una servilleta.

“No sabía qué decirle. Me preguntó por mi nombre y yo le respondí. Luego su teléfono sonó. Él empezó a llorar y se fue. Parece que le dijeron que sucedió una desgracia”. Orphée se sentía peor con cada minuto que pasaba.

“Escuché un ruido opaco en el oído. Sentí un dejo de pólvora y humo en mi boca. El olor era insoportable”, declara. La mujer entendió que perdía la audición de uno de sus oídos, además sintió náuseas. En realidad, Orphée perdía mucha sangre. Los enfermeros estaban tan ocupados que hicieron caso omiso a su estado. Ella no fue considerada como paciente crítica y por eso no la trataron de inmediato. Un voluntario dijo a las enfermeras: “Creo que esta mujer está muy mal”. Los médicos al verla pensaron que tenía un trauma craneocerebral y decidieron trasladarla rápidamente a un hospital. “Me cosieron el rostro en carne viva. No hicieron caso a que tenía otra herida en la cabeza”, aclara. Orphée lleva un pañuelo porque su pelo se quemó casi completamente. Ni sus padres, ni su hijo de dos años la han visto todavía.

“No quiero asustarles. Quiero cortarme mi cabello, lo único que debo hacer es cortar mi cabello. Soy una peluquera y la dueña de una peluquería. Ahora me parezco a Britney Spears con la cara de Mike Tyson, hay que reírse de esto un poco. En cuanto a la cicatriz en mi rostro, creo que me añadirá más belleza. Será una historia para contar”, agrega. Orphée no se queja. Ella cuenta su historia y agradece a Dios que esté viva, y que su hijo no quedara huérfano.  “Tengo metrallas en mí, fragmentos de metal en cada parte, no pueden retirarlas, son pequeñas y están sobre todo mi cuerpo. Duermo con estas balas y las siento. Siento dolor”.

Orphée, aunque es una de las víctimas del peor atentado en la historia de Bélgica, no siente rabia hacia los que perpetraron los ataques. No les odia, solo siente tristeza y espera que su hijo tampoco odie a los que cometieron este crimen. “Sigo creyendo que ningún dictamen y ninguna religión pueden ser más importante que la vida de una persona”.

Orphée considera que los que incurrieron en tal crueldad probablemente sean personas desgraciadas o tengan problemas psicológicos. “Yo me ofendería menos si la persona que lo hizo hubiera provenido de Siria, tras perder por ejemplo a su madre, padre o hijos, porque sufrieron mucho y solo querían venganza. Pero estas personas declaran que actúan ‘en nombre de los demás'. Estas personas hubieran podido morir a solas, eso sería más valiente”.