Como en Portugal, el PSOE no descarta un gobierno de izquierdas sin ganar (puede ser)

La caída del conservador Passos Coelho en Portugal, 11 días después de renovarse en el poder y tras una moción de censura de una mayoría de izquierdas que se dispone a formar gobierno con el socialista António Costa como referente, ha cambiado el discurso del PSOE de Pedro Sánchez. El escenario postelectoral desata todo tipo de cábalas y tirones en las filas socialistas. El guión original manda no ponerse en ningún escenario que no sea el de ganar las elecciones y ser la fuerza más votada. Saben que si se salen de ahí, surgen las discrepancias. Sin embargo, el secretario de Organización, César Luena, se permitió dar un paso más durante su visita en Sevilla. Tras varias preguntas en este sentido, el número dos de Pedro Sánchez legitimó el nuevo Gobierno portugués porque en el país vecino “hubo una mayoría que votó cambio y que votó izquierda”. Tras defender que el PSOE será la fuerza más votada el próximo 20-D, abrió la puerta a ese otro escenario de gobernar sin ser la lista con más apoyos. “Todo el mundo conoce el sistema parlamentario español”, recalcó en varias ocasiones. Un sistema que en ningún momento exige que sea la lista más votada la que presida el gobierno aunque siempre haya sido así en España. Este no es un asunto fácil para el PSOE. Es más, es uno de los análisis que más discrepancias internas abren en estos momentos en el seno del partido. Sobre todo, porque el futuro político de Pedro Sánchez está íntimamente ligado al hecho de que alcance o no la Presidencia del Gobierno. La secretaria general de Andalucía, Susana Díaz, es de quienes con más insistencia piden que no se especule con otro escenario que no sea el de la victoria socialista, digan lo que digan las encuestas. Públicamente elude hablar de pactos, aunque internamente ya ha dejado claro que no se puede gobernar a costa de cualquier tipo de alianzas. Es conocido que ella estaría al frente de una corriente dentro del partido que no apoyaría que Pedro Sánchez fuera presidente en un escenario en el que no sea el más votado o no quede a una distancia muy corta de la primera fuerza política. No es esto lo que ocurrió en las últimas elecciones autonómicas y municipales del pasado mayo. También en Andalucía, donde Susana Díaz ganó las elecciones en marzo y gobierna en minoría con acuerdos puntuales con Ciudadanos, se han constituido ayuntamientos a costa de tripartitos, con alianzas con Podemos o la suma de todos los perdedores frente al PP. Pedro Sánchez dio vía libre para configurar pactos tras los comicios de mayo y los socialistas llegaron al poder con acuerdos bipartitos o tripartitos sin ser la lista más votada en Aragón, Valencia, Baleares o Castilla-La Mancha. También sumaron Extremadura y Asturias, donde sí vencieron en las urnas. Una política de pactos de la que el PP trató de sacar rédito electoral, advirtiendo de las alianzas del PSOE con los radicales. La presencia del secretario de Organización del PSOE, César Luena, en la sevillana sede del PSOE andaluz, en la calle San Vicente, junto a su homólogo Juan Cornejo, daba para muchas interpretaciones. Los número dos han canalizado las conversaciones durante los meses en que la interlocución entre Sánchez y Díaz estaba en vía muerta. Las discrepancias de la federación más potente del PSOE con Ferraz no son ningún secreto, por más que ahora toque cierre de filas.