El aún consejero de C’s en el Cabildo no fue prudente en sus ataques a Melisa y demás

La espiral tiranoide en la que está metido este partido nuevo, es un decir, en Tenerife, no para de crecer. Las dos rubias y sus padrinos ‘godos’ no van a parar hasta acabar con toda resistencia, sea quien sea, quien la lleve o la intente comandar. Ya habíamos comentado que la gestora se reunió en agosto y que en la misma estaba presente uno de los padrinos godos de las dos rubias, el cual, con su presencia, dejó claro a quien apoya Barcelona y hasta donde son capaces de llegar. Ya hemos indicado que se han expulsado a numerosos afiliados, todos y todas, personas de calidad y con formación, un lujo del que muchos partidos no pueden presumir. Pero en Ciudadanos da igual. Melisa y su peña, variada, confusa y difusa, depende en donde estén situados, tiene que asegurar el poder sea cual sea su naturaleza. El único cantón independiente es el del grupo municipal de Santa Cruz, que se ha mantenido al margen de todos estos líos, porque además también tiene el beneplácito de la autoridad estatal, que es la que manda al fin y al cabo. El caso del consejero del Cabildo se debe a que el muchacho no se cortó un pelo y metido en un chat con decenas de afiliados y demás fauna, soltó todo tipo de perlas, diatribas, cariños, glosas, cantares de gesta y demás literatura subversiva sobre las rubias y sus padrinos y que no eran maneras, además de oponerse a la gestora. Su posicionamiento claro y rotundo contra el estatus quo del partido es el que lo ha llevado a ser expulsado del mismo. Sus declaraciones públicas van en este sentido, porque sabe que lo han echado por boberías de patio de colegio, donde por meterse con las pibas más guapas de la clase, ha sido castigado por los primeros de la fila. Muchos afiliados están mosqueados con todo este asunto, porque este espectáculo no le hace bien al partido y más cuando las elecciones generales están a la vuelta de la esquina. Pero da igual. Melisa es como Nerón, que arda Roma, mientras yo pueda tocar la lira, sea cual sea la cuerda con que se tense. En fin. Dos ojitos azules (palmeros), como dijo su poeta gorduflo más extasiado, tiran más que dos carretas.