Carlos Alonso rebaja de 33 a 27 los puestos de personal de confianza en el Cabildo

No es una rebaja para tirar voladores. El machetazo al final no se produjo en el personal de confianza para esta legislatura. Tanto CC como el PSC-PSOE y el resto de fuerzas políticas tienen que jugar con estos números, porque la cosa no da para más. Hay sin embargo una cosa curiosa. El presidente del Cabildo que tanto se la echa de ahorrar y ser menos caro que su antecesor, que se va a la Autoridad Portuaria, pero sin soltar el ITER, en este nuevo organigrama del echadero institucional tiene asignado para Presidencia, un jefe/a y dos secretarios/as. Al jefe/a le pagan 35.487,16 euros brutos anuales y a los/as secretarios, 23.705,13 euros brutos anuales. La broma le cuesta a todos los tinerfeños, 82.897, 42 euros al año. Una pasta sin duda. El resto de la plantilla es una jefa de Prensa, una jefa de Protocolo y una directora de Unidad, los que más ganan, más de 50.000 euros al año, 12 asesores técnicos y 9 secretarios. Sigue siendo un peso en los presupuestos por mucho que lo disfracen. Y lo hacen por las limitaciones que impone la administración central, porque sino, volverían a los alegres tiempos de las vacas gordas. Alonso no quiere sorpresas en este nuevo mandato y por eso ha atornillado todo convenientemente, sobre todo a sus más que débiles socios socialistas, que han hecho todo lo posible por arrodillarse más allá de lo conveniente para estar en el poder insular. Sus áreas no les va a dar ganancias significativas, pero les importa bien poco. Lo triste es que desde que firmaron el pacto, lo único significativo que han hecho es poner sobre la mesa el escándalo de Florentino Guzmán. Un concejal que quiere seguir siéndolo a pesar que es incompatible con el favor que le van a hacer los Abreu para que cobre un sueldo como director insular de Seguridad. Pobre Consorcio. Éste va a superar a su antecesor, seguro. Y Carlos Alonso en lo suyo, en la Gozadera. Los socialistas acabados, el PP desesperado por entrar a cuenta de las ansias carnívoras de Manuel Domínguez y una oposición que todavía no ha encontrado el camino para morder a los que gobiernan. El presidente nacionalista ha tenido suerte, sus enemigos han convertido su derrota electoral en una victoria. Y siempre, a su lado, el señor de los panqueques, el secretario para todo, el amigo Duque, que no se jubila ni a tiros. Esto es lo que hay.