Melisa Rodríguez, Teresa Berástegui y Juan Amigo son los que gobiernan Ciudadanos

Tres y no más. Dos rubias y un ‘exlegionario’ (es una figura retórica de quien fue de CC y siempre lo será, aunque sirva en otro ejército) de Coalición Canaria son los que deciden en este partido, dando igual a que existan dirigentes, concejales, gestoras y sobre todo militantes. El que no esté alineado está muerto o a punto de morir y un profundo malestar recorre las entrañas de este partido en toda Canarias, pero especialmente Tenerife, donde la resistencia es la más poderosa y activa (los chicos del líder rebelde marciano Cuato, escondido en cualquier tubo volcánico, esperando tiempos mejores). Amigó, con todos sus contactos con la casta, su carácter mesiánico y el descubrimiento de mangonear un partido, cosa que no le han permitido en otros y sobre todo sus ansias para ejercer como líder político al ver que socialmente otros lo superan y lo acomplejan, como es el caso del consejero del Cabildo, cuya única culpa es que es chachi, rico, de buena familia y de apellidos más ilustres que la de esta familia de ingenieros, pero un poco atolondrado a la hora de criticar a esta tríada satánica, donde las rubias cometen los pecados y él las absuelve día tras día. Ahora la candidata al sueldo oficial de diputada en Cortes (esperemos que no salga) y el coordinador regional están atando a todos los cargos institucionales y presionándolos para que favorezcan a CC, tomando como ejemplo más claro La Laguna, donde además se suma de manera entusiasta la otra rubia, que sale en todos los medios, defendiendo lo indefendible, aunque es cierto que su personal de confianza no es su pareja, como anunciaban algunas malas pécoras laguneras y que tampoco se haya dado un trato de favor al aludido, que lo único que hace es trabajar y apoyar a la concejala, sin que tenga nada que ver con las decisiones de ella, porque es ella solita quien se lo guisa, se lo come y luego lo expulsa, para dolor de muchos militantes, que no comparten ni su estilo, ni sus maneras. Cuando uno la escucha no parece que acaba de llegar y que no haya tenido experiencia política. Actúa como una más de la casta, como si llevara los mismos años que el incombustible por pesado, por plasta y por caradura, José Segura (vaya tranque el nota). Albert Rivera ha creado un Nosferatu en Tenerife y tres vampiros, cada uno en su jerarquía y en su papel. Amigó es el conde y las dos rubias, sus acolitas en las tinieblas, mientras que todos los militantes y cargos públicos son visionados como blancos cuellos donde hincar sus afilados colmillos, todo por la mayor gloria de Fernando Clavijo y los suyos. Vaya sangría, mano.