¿Es esta la Canarias que queremos? (I)

Mucho se ha escrito sobre Tindaya y mucho sobre la nueva ley del suelo de Canarias. Pero no se trata tan solo de defender el patrimonio cultural de nuestros antepasados, una montaña o nuestro medio ambiente. Detrás de la ley del suelo está el fracaso absoluto del cambio del modelo productivo canario, un cambio que por un lado no han sabido gestionar y que por el otro no interesaba a ese matrimonio compuesto por la oligarquía caciquil canaria y los intereses españoles en esta tierra. 

La nueva ley del suelo es el intentó de depredar lo que queda del territorio en un modelo de desarrollo basado en hormigoneras, solares y mercados cautivos para beneficios de unos pocos. Básicamente ofrece barra libre a los Ayuntamientos y Cabildos para que hagan lo que les salga en gana sin respetar absolutamente nada.

Es la especulación con el suelo rustico. Es la mentalidad del desarrollismo que nos ha llevado y nos lleva a ninguna parte. Son políticos, propietarios del suelo y empresarios estafadores que sueñan llenarse los bolsillos con pelotazos y recalificaciones reviviendo los días de vino y ladrillos sin tener en cuenta que nos están destruyendo como sociedad.

Si hay un recurso que en una isla debería estar protegido y legislado por ser escaso es el suelo. Si hay un sector que debería estar liberalizado en una isla es el del comercio internacional. En Canarias pasa exactamente al revés.

Gobernar no es liberar el suelo para que los inversores hagan con él lo que les dé la gana y vengan a Canarias a aprovecharse de nuestros recursos naturales a cambio de dejarnos migajas, impactos y residuos. Lo que hace rico a un país no es la especulación del suelo, sino el comercio junto con el talento y la creatividad del capital humano.

La tierra es un recurso del que no solo dependemos para nuestra supervivencia física, sino sobre todo para nuestra supervivencia cultural y espiritual. La tierra contiene alimentos y medicinas, así como lugares y construcciones esenciales para recuperar nuestras practicas espirituales y creencias culturales. Contiene la mayor parte de nuestra historia, desde mucho antes de que ningún europeo pusiera su pie en estas tierras. Contiene la memoria de nuestros ancestros.

La conservación de la tierra y de nuestros bosques no solo es importante para nosotros, sino sobre todo, para las generaciones futuras y además nos brinda importantes beneficios esenciales para la vida, incluyendo la el agua preciada y la pureza del aire, la belleza de las vistas o la conservación de la fertilidad de la tierra.

Desgraciadamente, la historia de Canarias ha estado caracterizada por la perdida de la memoria y de la tierra a una escala catastrófica.

Si tuviésemos una mayor conciencia, buscaríamos actividades económicas que no maltraten a la Naturaleza porque nuestra actitud hacia ella sería de respeto y gratitud. Si tuviésemos una mayor consciencia buscaríamos el desarrollo económico a través de la mejora de la eficiencia, la diversificación, la eliminación de las trabas burocráticas al comercio, las finanzas y los servicios internacionales, en lugar de buscarlo vendiendo e hipotecando nuestro futuro a través de la especulación del suelo y el pelotazo rápido.

Quiero huir aquí del discurso fácil de la soberanía alimentaria. No se trata aquí de caer en el mito de que la agricultura es la panacea para el desarrollo de Canarias. La agricultura aquí no es rentable ni lo será nunca. Necesitará siempre de subvenciones, y esas subvenciones no salen del aire sino del presupuesto público.

Pero que no sea rentable no quiere decir que no se haga. Por ejemplo Suiza tiene un sector primario centrado en el autoconsumo por razones estratégicas, regulado y subvencionado por los múltiples beneficios que aporta al país, como la conservación del paisaje, el mantenimiento de los bosques...

De lo que se trata es de entender que lo que hace rico a un país es el comercio y el talento y la creatividad de su capital humano. Pero Canarias es el mundo al revés. Cual reserva india, los nativos se ven obligados a vender la tierra para sobrevivir o prosperar porque el corset legislativo y las trabas burocráticas al comercio impiden el desarrollo normal y natural de nuestra comunidad. En Canarias se nos ha bloqueado hasta el comercio electrónico.

A mucha gente no le gusta el termino ‘colonia’, pero somos una colonia turística en la que los beneficios del turismo ni siquiera se quedan aquí. Somos una colonia turística y para la colocación de los excedentes de producción españolas tal y como ocurriera en la Cuba del siglo XIX.

La realidad es que a pesar del marketing y el dinero gastado en ‘emprendeduría’ desde tiempos de Paulino, la transformación del modelo de desarrollo de Canarias no interesaba a nadie. Nunca tuvieron la mas mínima intención de que funcionara, y todo ha sido una enorme estafa social tal y como se puede deducir de los informes de la Audiencia de Cuentas de Canarias sobre Sodecan.

Ni sabían ni querían, por eso convirtieron la oportunidad de transformación de la económica canaria en lo único que saben hacer bien,... chiringuitos para mangonear y enchufar a incompetentes y mediocres. No se preocupe que las consecuencias; paro, emigración, fuga de cerebros, subdesarrollo, destrucción de proyectos de vida ... ya las pagarán otros.

Ante su fracaso y su incompetencia ahora pretender depredar el suelo de Canarias, expoliando no solo a los vivos sino también a los muertos y a las generaciones futuras.

Ademen Acorán (válgame el cielo)

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