Diario de un viaje: Dona Vida en Nepal (I)

Es importante que el mundo sepa la importancia que tiene la labor de las organizaciones humanitarias internacionales en los lugares de mayor pobreza, tragedias y miseria de la otra cara del planeta Tierra. De la mayor riqueza se pasa a la extrema pobreza. Como periodista fui testigo de esa misión, de esa gran labor que viene realizando Cooperación Internacional Dona Vida en las aldeas rurales más duras y pobres de Nepal. En esta primera parte, la organización humanitaria que dirige el presidente, Germán Domínguez Naranjo, expone un informe riguroso de lo que fue la reciente misión llevada a cabo por la expedición en Nepal, especialmente en las aldeas rurales de Sipty y Kabilash.

Misión 2016. El pasado mes de octubre la ONG Cooperación Internacional Dona Vida, cuya acción se centra principalmente en fomentar la educación y la sanidad en Nepal, realizó un nuevo viaje. Con estas líneas quiere compartir con todas aquellas personas que son afines a la ONG, o al mismo Nepal, el apoyo que de ellas recibimos. Nepal es un país con una economía de subsistencia, que ha sido desolado por los terremotos que se produjeron en abril y mayo, al que además se suma que, según cuentan los nepalíes, la India le ha puesto un bloqueo de suministros, por no estar de acuerdo con la reciente aprobación de la Constitución, máxime teniendo en cuenta que la India es su único proveedor, que ha venido a sumarse a la precariedad de su vida diaria.

En los habitantes de las aldeas rurales de Nepal viven principalmente de la agricultura y la ganadería, y consumen todo lo que producen. Incluso, algunos meses no es suficiente, motivando pasarlo mal. Su único modo de obtener un ingreso extra es mediante el turismo, pero desde que se sucedieron y los terremotos de abril y mayo, prácticamente el turismo ha desaparecido. La labor llevada a cabo por los voluntarios de la ONG fue la siguiente. Se trabajó en dos aldeas de Nepal: Sipty y Kabilash. En primer lugar, fuimos a Sipty, en la que estuvimos en el 2011, en el extremo occidental del país, a la que se llega tras un vuelo en avión desde Katmandú a un lugar llamado Dangadhi. Luego, unas 15 horas en todoterreno (haciendo noche por el camino); más otras 4 horas de trekking subiendo montañas, cargando maletas de medicación y material.

También, fármacos de difícil obtención en Nepal, que se llevaron desde España. En Sipty, atendimos a pacientes en el hospital, (como lo llaman los habitantes de la aldea rural), motivando que ningún día saliéramos antes del anochecer. Por la mañana, madrugábamos para ir a ver, antes de entrar a trabajar, a los niños que conocimos en el 2011, junto con otros nuevos que se han ido sumando, dedicándonos a jugar con ellos, ya que era el único momento del día que teníamos para la distracción y esparcimiento. El equipo, en esta ocasión estuvo formado por tres médicos; Carmen Martínez Magaña, Cristina Durán Fuentes y Teresa Díaz Roger; una masajista, May Ibáñez Ruiz; un periodista, Rafael Lutzardo Hernández; el presidente de la ONG, Germán Domínguez Naranjo, y un enfermero, Julián Mariana.

Sipty es una aldea a la que sólo se puede llegar a pie; subiendo la ladera de la montaña, en la que en el 2011 fuimos los primeros occidentales que llegamos allí. La mayor parte de los habitantes son parias (descastados, dalits, intocables). Es decir, que no pertenecen a ninguna casta, lo que significa no ser nada, no tener ningún derecho. Los niños parias no tienen derecho a la enseñanza del Gobierno, siendo los propios padres, con los pocos ahorros que tienen, los que pagan a unos maestros, y, subvencionados, junto con una organización local que les ayuda un poco. Hay una escuela, pero sin luz, ni pupitres y tampoco pizarras. La única posibilidad que tienen estos niños de progresar es a través de la enseñanza.

Es la mejor herramienta que se les puede dar para dejar de tener una vida de subsistencia en la que, en palabras textuales de sus familias: “Tenemos arroz para sólo 8 o 9 meses al año” (el resto de meses, pasan hambre). Por todo ello, y mediante Cooperación Internacional Dona Vida, se va a subvencionar, en un primer proyecto, poner pizarras en condiciones, pupitres, bancos y unos paneles solares, junto con la instalación eléctrica, para que puedan dar al menos las clases con un mínimo de calidad. El segundo proyecto, mucho más ambicioso, es construir una segunda planta, ya con planos hechos en España, con todos los requisitos imprescindibles para que sean aulas decentes, además de intentar subvencionar que haya más de dos profesores, que son los que tienen ahora, para los 127 niños que hay en la escuela.

En esta aldea también nos encontramos con niños en estado de extrema pobreza y con problemas de salud que no les permiten tener ni la más mínima opción de vivir de una manera decente y digna. Los aldeanos viven del arroz y maíz y del pastoreo; teniendo como escenario de supervivencia la montaña. Los niños con problemas de salud con los que la expedición se encontró fueron los siguientes: el primero, con una membrana laríngea (huérfano de padre), cuya madre presta sus servicios domésticos en una casa de la aldea, únicamente para que le den un techo y comida para ella y para otro hijo. Y con un tercero, en Katmandú, mandado a servir en otra casa.

El segundo problema, se trata de un niño que tiene los pies zambos. La familia ni se planteó operarlo, ya que no tienen dinero para ello. El niño de la membrana laríngea, en la primera visita que hizo al hospital, tuvo que viajar tres días en autobús para llegar a Katmandú, donde nunca había estado. Así pues, en esta primera parte del informe, Sipty fue la primera aldea donde estuvimos. Luego cambiamos a la otra aldea rural, Kabilash, que contaremos en la segunda parte.