Algo está cambiando en este mundo

El mundo, hábitat terrestre de los seres vivos e inanimados, atraviesa por una fase crítica y preocupante. Hay cosas que no se entienden, como tampoco se entendió porque Alemania quiso hacer una raza aria en la Segunda Guerra Mundial; un holocausto horrible que jamás podrá borrarse de las retinas del pueblo judío y de todos aquellos, incluyendo prisioneros canarios que lograron sobrevivir, ni de las páginas de la historia contemporánea. Por un lado, Grecia, hipotecada y controlada por la actual Alemania. El éxodo masivo de ciudadanos sirios en busca de la libertad está creado un quebradero de cabeza a la nueva Europa del comienzo del siglo XXI.

Según Francisco de Andrés (ABC): más de cuatro millones de refugiados sirios se hacinan en campamentos míseros de las vecinas Turquía, Líbano, Jordania e Irak. Centenares de miles han emprendido o se disponen a hacerlo la travesía desesperada a Europa -junto a afganos, iraquíes y otras nacionalidades-, aunque muchos han perecido y otros seguirán muriendo en el Mediterráneo. ¿Por qué no huyen a los ricos países árabes del Golfo Pérsico, donde les espera un éxodo mucho más seguro y un futuro confortable? Los refugiados, tanto políticos como económicos, optan por Occidente y están dispuestos a pagar cualquier precio. Pero existe también un rechazo recíproco por parte de las petromonarquías del Golfo Pérsico. Aquí hay algo que no cuadra y que de alguna manera está cambiando al mundo.

Ya no es solo el cambio climático, ni la crisis económica, de valores y la corrupción política. Todos sabemos de qué se habla cuando alguien menciona a los poderes fácticos, pero su definición a menudo es insuficiente, escurridiza casi. Los poderes fácticos exceden los límites del Estado, su influencia la ejercen precisamente para desplegar sus intereses más allá del interés legítimo que representan o debieran representar las instituciones políticas, se manifiestan por cauces a menudo informales e incluso extralegales, quebrantan cartabones legales y políticos, son incómodos tanto para los gobernantes como para los estudiosos, irritan a los juristas porque atropellan la disciplina de los sistemas legales, importunan a los politólogos cuando se brincan las trancas de los regímenes políticos tradicionales.

Ninguna definición los comprende a todos porque los poderes fácticos son, valga la redundancia, manifestaciones de hecho; surgen más allá de las concepciones teóricas y las desbordan, se imponen por la fuerza de la realidad a la cual intentan modelar según sus conveniencias. Lo cierto es, que Europa abre sus puertas a los refugiados sirios, pero con un cupo de orden y prioridades. España también se compromete alterar sus presupuestos económicos y protocolos de Asuntos Exteriores.

Mientras tanto, la gran potencia mundial (EE UU) se muestra vigilante y cauta. El imperialismo yanqui no se pronuncia, solo observa lo que ellos mismo han provocado con sus políticas exteriores y ventas de armamentos. Están contentos porque el éxodo humano sirio no les viene a ellos, pero si a Europa.