¿Somos tan inteligentes?

Somos como grandes barcos, pero muy pequeñitos en el océano. Creemos que somos gigantes, pero solo somos pequeñas criaturas en el planeta tierra. Tantas luchas por obtener el poder; por ser los primeros, por la ambición de la riqueza, por tener odios y envidias hacia los demás. ¿En realidad que somos? Presumimos de ser inteligente; habilidosos, generosos, nobles, solidarios, pero en el fondo todos tenemos instintos de deseos maliciosos, posiblemente porque no somos perfectos. Destruimos nuestro propio espacios y escenarios, convirtiéndonos en predadores y detractores egoístas sin tener en cuenta el respeto y valor que le debemos al espacio natural. Talamos árboles para su comercialización; desnudamos las selvas para buscar la riqueza a través de lo material. Le quitamos oxígeno a la vida con nuestra forma de pensar y proceder.

Del mismo modo, tribus nativas han sido arrancadas del corazón de sus hábitats, asesinadas y esclavizadas como simples productos de mercancías por los conquistadores españoles, especialmente si tenemos en cuenta lo que sucedió en el Archipiélago canario tras la conquista de los asesinos castellanos de la etapa de los Reyes Católicos. Las luchas constantes por conseguir los dominios de las fronteras, denominados antiguos limes de Roma. Las barbaries y holocaustos cometidos en el mundo contra pueblos inocentes que se vieron envueltos en las llamas del odio y locuras de los poderes fácticos. ¿Qué somos en realidad? Las mayorías de las personas dicen saber quiénes son, pero creo que la mayoría no se conoce a sí mismo.

¿Será producto de la personalidad o del carácter? Quién sabe, lo único cierto hoy día es que la realidad de quién somos solo lo sabe la sociedad, pues es ella quién dicta nuestra persona… Claro está, que el carácter y personalidad ya depende de las experiencias vividas, de los sueños que perseguimos, de las ganas de vivir que tengamos. Lo único cierto es que cada persona es distinta, pues sepa realmente quién es o no, cada persona tiene algo que la hace especial en este mundo aunque la sociedad se empeñe en hacernos creer qué es ella quién dicta los cambios.

Según cuenta Sylvia Ubal, el hombre, hasta el momento ha permanecido en la cima de la pirámide depredadora y no existe en la actualidad ninguna criatura que le dispute el puesto. El mayor asesino de la tierra es el hombre y hasta mata por deporte. El depredador mata para sobrevivir. El hombre es auto destructor y es consciente del asesinato que está cometiendo. El hombre se ha convertido en el voraz destructor de la fuente natural de su propia vida, en su afán por superarse y, que en cierta forma se siente un poco Dios; creador, inventor, transformador, dueño de la vida, patrón del universo, se olvida que todas las cosas en la naturaleza no están hechas por azar, que cada especie ocupa su lugar en la rueda de la vida, que cada una tiene un rol. La vida es vida por naturaleza propia, pero no precisamente elaborada por el criterio humano del hombre.